Por MARCO DE PABLOS

En ocasiones, las grandes ideas nacen en los momentos más cotidianos. Así ocurrió con Galatea, una firma de joyas que tomó forma en casa de una abuela, entre meriendas y recuerdos que huelen a infancia. “Estábamos merendando y hojeando viejas fotografías familiares cuando encontramos una imagen de Clara, de pequeña, vendiendo las joyas de nuestra abuela en un mercadillo del pueblo. A partir de ahí surgió la conversación: ¿y si unimos fuerzas para crear algo juntos?” Esa fue la pregunta que, hace ya algunos años, se hicieron Clara y Arturo Ranz, dos hermanos que hoy también son socios, unidos por una visión común convertida en realidad. La intuición no les falló.

Ser hermanos, ser socios

Su historia no se entiende el uno sin el otro, como la vida misma. Clara es heredera del gusto y el saber hacer de su abuela diseñadora, mientras que Arturo, quien con apenas 16 años ya gestionaba tiendas online y veía en el e-commerce un terreno fértil para construir algo propio, domina con soltura los hilos invisibles de la red. “Lo que más nos movía en ese momento era la ilusión. Queríamos emprender, crear algo desde cero, algo que nos representara y con lo que nos sintiéramos identificados. Fue una decisión muy impulsada por nuestras ganas, por la confianza en nuestras capacidades y, sobre todo, por la emoción de continuar con un legado familiar”.

De esta forma, Galatea entra en escena. Joyas que no se dejan arrastrar por la urgencia de las tendencias, sino que apuestan por la calidad, el diseño y producción Made in Spain, y la atemporalidad, manteniéndose fieles a los principios y valores de sus creadores. Unos valores que, en ocasiones, no han sido idénticos, porque emprender en familia también tiene sus luces y sus sombras.

«Queríamos emprender, crear algo desde cero, algo que nos representara y con lo que nos sintiéramos identificados»

Aun así, la confianza fue siempre el punto de partida. “Sabíamos que formábamos un buen equipo”, aseguran. Aunque no todo fue fácil. Al principio convivían y trabajaban juntos, sin apenas fronteras entre lo personal y lo profesional. “Nos costó encontrar ese equilibrio, pero con el tiempo aprendimos a separar ambos mundos. Hoy entendemos perfectamente cuándo somos hermanos y cuándo somos socios”.

“Nunca dejamos de confiar en nuestra capacidad ni en la visión que teníamos para Galatea”, recuerdan ambos. Y eso que no fueron pocas las voces que les advirtieron de los riesgos de emprender, especialmente a su edad. “Lo más difícil ha sido lanzarnos a este proyecto completamente solos, sin un equipo detrás ni un colchón económico que nos respaldara”. Desoyeron las advertencias y siguieron adelante. Hoy, echando la vista atrás, tienen claro cuál ha sido su mayor logro: “Honrar el legado de nuestra abuela. No hay mayor satisfacción que verla feliz y orgullosa de lo que estamos consiguiendo”.

Un futuro diseñado a base de pasado

Las reminiscencias hacia su infancia y la huella imborrable de la familia siempre han estado presentes, incluso en el propio nombre del proyecto, inspirado en la yegua que Clara montaba durante su niñez. Un ADN tejido con mimo, que ha alcanzado el éxito gracias a “una propuesta de valor clara, una estrategia de marca muy cuidada y un profundo conocimiento del entorno digital”. “Apostamos desde el primer momento por un modelo digital y por apoyarnos en perfiles con gran influencia en redes sociales”, comenta. Su última colección lo demuestra.

Saona Collection” vio la luz hace apenas unas semanas. Es la gran apuesta de la firma para este verano. La colección la componen 17 piezas exclusivas que combinan el oro, la plata y una cuidada selección de minerales preciosos. Tal ha sido su acogida que en muchos de los diseños ya reza el cartel de sold out. Rocío Laffón, Lucía Poyan y la propia Clara, quien acumula más de 120 mil seguidores en redes sociales, han sido las protagonistas, junto a las joyas, de la campaña más reciente. Una elección que refuerza el compromiso de la marca por adaptar su producto y su narrativa a la era digital.

De izquierda a derecha: Rocío Laffón (@rochilaffon), Clara Ranz (@clararnzz) y Lucía Poyan (@luciapgg).

En colecciones anteriores se han sumado otros rostros como Lola Lolita o Aitana Soriano, perfiles considerados “clave para amplificar el mensaje y los valores de Galatea”. Porque, como explican: “No se trata solo de alcance, sino de afinidad. Buscamos colaboraciones con creadoras que realmente conecten con nuestra esencia y compartan una forma auténtica de comunicar.” “Más que colaboraciones, buscamos relaciones a largo plazo con embajadoras que puedan crecer con nosotros”, concluyen.

«Lo más difícil ha sido lanzarnos a este proyecto completamente solos, sin un equipo detrás ni un colchón económico que nos respaldara»

Una propuesta sólida, coherente y con un futuro prometedor, lleno de objetivos claros. Desde consolidar su canal online hasta lanzar una línea de productos personalizables y explorar su entrada en marketplaces o canales físicos seleccionados. Todo ello con el fin de convertir Galatea en una experiencia cargada de significado. No les costará lograrlo, pues, como suele decirse, nunca hay que olvidar quién eres y de dónde vienes, y ellos no lo han hecho.