El mundo al revés. En esta nueva entrega de ‘La Familia que Eliges’, Sofía Bono no es la entrevistada, sino la entrevistadora. Y su invitado no es otro que Nacho Gay, director de uno de los medios más influyentes en la actualidad: Vanitatis. Parece un giro inesperado, pero así es FEARLESS®.
Ambos se dieron cita en Lelong Club, un restaurante situado a escasos metros del Congreso de los Diputados, donde Sofía ha vivido muchos y grandes momentos. No acudieron solos. Gala y Edurne, sus inseparables mascotas, fueron el conocido “ +2” de este desayuno con diamantes… o mejor dicho, con perlas. Porque, como es evidente, las normas las adaptamos a nuestro antojo, ya que lo más valioso no es lo que se impone, sino lo que se elige.
Agradecimientos: Lelong Club
Fotografía: Roberto Maroto
MUAH: Sandra Moreno X HARPO
Nacho, en primer lugar, gracias por formar parte de esta sección. Tu carrera profesional en el mundo de la prensa ha estado llena de logros. ¿Cómo comenzó todo? ¿Recuerdas el momento exacto en el que supiste que querías dedicarte a este mundo?
Yo jamás quise ser periodista. Ni a los diez años ni a los dieciocho. Lo único que tenía claro a esa edad es que quería ganarme la vida escribiendo, porque probablemente es lo único que se me ha dado bien a lo largo y ancho de la vida. Mi única bondad. La mejor de mis actitudes. Entonces busqué una coartada. Pensé: ‘¿qué carrera me garantiza escribir para siempre?’ Y elegí periodismo. Mi pasión, sin embargo, es el cine. Y por eso me licencié también posteriormente en Comunicación Audiovisual y empecé un doctorado para ser profesor, pero los caminos del Señor son inescrutables…
Ser director de un medio digital como Vanitatis es una gran responsabilidad. ¿Cómo gestionas las presiones que vienen con este cargo, y cómo impacta eso en tu vida personal? ¿Hay algo que te ayude a mantener el equilibrio?
No soporto la meditación, me produce estrés, y considero que el ‘coaching’ es uno de los grandes males del siglo XXI. No quiero ofender a nadie, pero diez personas encerradas en una habitación hablando, por ejemplo, de empatía o compasión me recuerdan poderosamente al significante que mi mente ha otorgado siempre a la palabra ‘secta’. Yo soy más mundano. Todos los días hago 50 minutos de ejercicio para desintoxicarme. Y me va muy bien. Tengo unos horarios infernales, trabajo de ocho de la mañana del lunes a ocho de la tarde del viernes prácticamente de manera interrumpida, pero el cambio de Vanitatis hacia un horizonte lifestyle me ha puesto las cosas muy fáciles. Todo el mundo quiere trabajar con nosotros. Quejas, las justas.
Frente al estrés, ¿cómo consigues desconectar en medio del caos diario? ¿Tu mascota, Edurne, tiene un papel importante en esos momentos? Ah, por cierto, ¿por qué llamaste Edurne a tu gata?
Mi mascota es mi mejor amiga de lunes a viernes. Cuando llego a mi casa reventado, ahí está ella, para compartir conmigo mi reducto favorito del día, la cena, consumiendo alguna serie en streaming mientras ella mueve la cola. Se llama así porque es el nombre de mujer preferido de mi pareja. No es el mío, pero así evitamos el conflicto si alguna vez tenemos una hija. En ese caso me tocaría bautizar a mí.
«Si estalla una bomba nuclear en el núcleo de tu vida sentimental, solo sobreviven tres especies en el infierno de tu hogar: las cucarachas, tu madre y tu mascota. Los demás huyen como ratas»
Hay algo muy especial en la relación con nuestras mascotas, algo que va más allá de la compañía. ¿Cómo describirías el vínculo que tienes con la tuya y cómo te acompaña en tus momentos más difíciles o de mayor presión?
Lo bueno de un animal, y recurro al cliché porque es indudablemente cierto, es que su amor es incondicional. No bascula. Permanece inmutable. Solo se puede comparar al amor de una madre. Tu madre y tu mascota siempre serán un reducto, la última trinchera en cualquier guerra. Si estalla una bomba nuclear en el núcleo de tu vida sentimental, sólo sobreviven tres especies en el infierno de tu hogar: las cucarachas, tu madre y tu mascota. Los demás huyen como ratas.
Otro de los aspectos que más resalta de tu faceta profesional es tu capacidad para crear contenido que conecta con la gente. Cuando te enfrentas a la presión de ser relevante, ¿qué te inspira para seguir siendo auténtico y mantener esa conexión con la audiencia?
Dice el personaje de ‘La Agrado’ en un momento de ‘Todo sobre mi madre’, maravillosa película de Almodóvar, que “uno es más auténtico cuando más se parece a lo que ha soñado de sí mismo”. Vanitatis es hoy lo que yo soñé hace nueve años, cuando me nombraron director, por lo que nada puede ir mal.
Sabemos que detrás de cada éxito hay sacrificios. ¿Cuáles han sido los más difíciles en tu vida profesional y cómo logras mantenerte enfocado en lo que realmente importa?
Mi mayor sacrificio es soportarme cada día. No resulta sencillo, porque casi todos los periodistas somos tipos ególatras y trasnochados en busca de El Dorado, que por cierto es un lugar al que nunca se termina llegando, porque el hombre es el único animal verdaderamente insaciable. Me ha costado cuarenta años conocerme a mí mismo, pero al fin lo he logrado, y he decidido rebajar el dolor del impacto tras encontrar mi reflejo en el espejo utilizando en mi día a día el sentido del humor. A estas alturas de la vida, me río de casi todo, no me tomo casi nada en serio, relativizo al instante. ¿Qué si he renunciado un poco a la vida personal para intentar ser alguien? Creo que, más bien, ella ha ido renegando de mí.
“Me ha costado cuarenta años conocerme a mí mismo, pero al fin lo he logrado»
Como periodista especializado en el mundo del corazón, ¿qué aspectos positivos destacarías de él? Y, por otro lado, ¿qué desafíos o sombras crees que lo acompañan?
El mayor desafío de la crónica social es siempre el mismo: no caer por el abismo de la nadería. Yo creo que se puede hacer bien, pero la mayoría de las veces ni siquiera se pretende porque da más dinero hacerlo mal.
¿Qué es la felicidad? Y en este momento de tu vida, ¿te consideras una persona feliz?
No tengo ni la más mínima idea de lo que es la felicidad. Lo más parecido que he sentido a eso tiene nombre y apellidos: Martín Berasategui. Joder, tenéis que probar su menú largo. ¡Garrote!
Por último, si le pudieras dar un consejo a tu “yo” de pasado, ¿qué le dirías, sabiendo lo que sabes ahora sobre la vida y el trabajo?
Le diría: “Rey, estudia otra cosa”. Y también le diría que tenga cuidado con el vino, que primero no le va a gustar nada, pero después quizá demasiado.
Y hablando de vino, con la hora del aperitivo marcada en el reloj, el encuentro llegó a su fin, agradeciendo que ni unos ni otros acabaron como el perro y el gato, en el sentido literal de la expresión.