De París al mundo entero. FEARLESS produce la portada de su quinto aniversario desde la ciudad del amor, concretamente desde el restaurante Lafayette, donde nos reciben el interiorista Lázaro Rosa-Violán y la diseñadora Ágatha Ruíz de la Prada. Un binomio, dos titanes de la moda y del estilo que, junto al río Sena, encuentran el mundo rendido a sus pies.
P: ¿Cómo os conocisteis?
Ágatha Ruíz de la Prada (A.R.): Nos conocimos hace mil años, cuando Lázaro era un bebé y de repente, cuando lo volví a ver…me lo volvió a presentar un amigo en Barcelona y comimos juntos. La verdad es que en aquel momento, no me di ni cuenta de que todo lo que había a mi alrededor lo había hecho Lázaro Rosa-Violán. Y eso que solamente te estoy hablando de España, porque en el mundo entero también ha diseñado los mejores restaurantes y los mejores hoteles. Yo creo que Lázaro es el interiorista con más trabajo del planeta.
Lázaro Rosa-Violán (L): No, pero ya me gustaría.
Entre risas Ruíz de la Prada compara al maestro del interiorismo con David Hicks en sus buenas épocas e incluso matiza, “seguro que tiene más volumen de trabajo”.
A.R.: ¿Sabes lo que pasa con Lázaro? Es súper detallista. Y además es un amigo sensacional. Con todo lo buen interiorista que es, es mejor amigo que interiorista. Imagínate.
P: Pues es difícil eso….
A.R. : Eso es imposible, pero lo ha conseguido. Y, además, tiene los mejores proyectos del mundo.
L: No, pero yo creo que a tí también te pasa algo parecido. Cuando te gusta lo que haces, siempre digo que no es trabajo.
A.R.: Yo cuanto más trabajo, más contenta estoy. Trabajo todo lo que puedo, lo que pasa es que hay un momento en el que ya estás muy cansada y es que no sabes cómo descansar.
P: Es un interesante punto de reflexión, porque para vosotros: ¿Dónde está el límite?
A.R.: El cuerpo te lo dice. Yo, por ejemplo, ayer o antes de ayer, estaba diciendo: ‘Descansa, descansa’, pero ¿cómo puedes descansar? Es muy difícil.
P: ¿Dormís bien?
L:Yo duermo bien, sí. Duermo poco, pero duermo bien. A mí lo que me cuesta es desconectar.
A.R: Pero yo no entiendo cómo tú, teniendo abiertos 500 frentes puedes descansar.
L: Tengo un super equipo.
A.R.: Sí, pero son muchas cosas. Mira, Kathy, – se dirige Ruíz de la Prada a la fundadora de esta revista- por un lado está Lázaro y, por otro lado, los infinitos homenajes a Lázaro que vemos todos los días.
- : El “lazarismo”, (replica entre risas)
A.R.: Los homenajes que tiene son brutales. Y entonces, te das cuenta que cuando no saben qué hacer, dicen: “Voy a hacer un homenaje a Lázaro”.
L: En el sector, vamos a decir, o entre los que nos dedicamos a él, sí existe esa terminología. El “lazarismo” es muy fuerte. Pero bueno, el que primero empezó a acuñar ese tipo de términos fui yo. Yo me acuerdo cuando empecé a hacer proyectos, tenía muy poco presupuesto, y al final, cuando llegaba el interiorista, ya no tenía dinero para nada. Y yo, decía: “¿Y qué hacemos?” Queremos realizar una buena obra. A mi me gusta mucho Palazuelo. Entonces decíamos, vamos a hacer una versión y lo llamamos “Lázaruelos”.
A.R.: Ah, ¿por qué lo haciáis?
L: Claro, lo hacíamos. Los teníamos que hacer, pero tenías que estar siempre entre el límite de una copia o una inspiración. Pero siempre nos hemos controlado mucho en ese sentido. Entonces ya se quedó el término “Lázaruelo”. Tanto que incluso con la familia de Palazuelo ya hemos tenido conversaciones, y yo tengo Palazuelos de verdad y me encantan.
A R.: Yo de pequeña conocía mucho a Palazuelo.
L: Es muy difícil que no ocurra en el mundo. A ti también te han ‘fusilado’ por todas partes.
A.R.: Pero yo creo que hasta gente que te ha ‘hecho un gran homenaje’, luego te llama para que se lo arregles. Hay que tener un morro, ¿eh?
P: Nunca se me olvidará cuando estábamos cenando un día en Manero. Había un chico haciendo fotos a diferentes detalles del espacio y yo me levanté y le dije, es bonito, ¿verdad? ¿Te gusta? Y me contestó, sí, me encanta. Y le dije, pues mira tienes ahí al autor. Y era un interiorista que básicamente iba a ‘fusilarte’. A rendir otro homenaje.
L.: Yo tengo una anécdota muy… No sé si es simpática o no, a mí en ese momento no me hizo ninguna gracia. Llego a Ciudad de México y había un sitio que estaba muy de moda y del que todo el mundo había oído hablar. Allí se decía que lo había hecho yo, cuando todavía no había trabajado allí. Cuando llego a la ciudad un amigo mío me dice, te voy a llevar al sitio de moda de aquí.
Yo diseñé en Barcelona un lugar que fue mítico, se llama ‘Big Fish’. No sé si os acordáis de aquel sitio que, para mí y para mucha gente en Barcelona, ha sido un icono. Cuando llegué al espacio en Ciudad de México, aquel sitio era un ‘Big Fish’, un poco magnificado de tamaño, pero era grabado. Total, que me quedé tan alucinado que me senté en una silla y dije, déjame que me tengo que sentar. ‘¿Cómo lo habéis hecho?’ , pregunté. Total, que mi amigo me presentó al dueño y el tío, sin ningún tipo de escrúpulos, me dio la mano, me dio un abrazo. “Lazaro. ¿Qué te parece?” Yo le digo: “Hombre, lo primero es que me siento como en casa. Lo segundo, un poco ultrajado”. Y me dice: “y lo tercero no me lo digas porque lo tercero es que me vas a hacer tu próximo proyecto en México”.
A.R.: Eso es lo que le pasa. Y luego fíate el buen carácter porque a lo mejor yo me hubiera enfadado tanto con el señor que ya no lo hubiera hecho. Y Lázaro, no solamente no se enfada, sino que lo conquista.
P: Chicos, ¿la perfección existe?
L: No, siempre se puede hacer mejor.
A.R.: Pero es que yo creo que lo bonito de Lázaro es la imperfección. Y ves este desorden y esta cosa que es como elegante; que las cosas no estén súper nuevas. O sea, la perfección para Lázaro es que es justamente imperfecto, eso es lo que nos gusta de él.
L: Yo hay una cosa que no la tengo como un mantra en absoluto de mi trabajo, pero es uno de los pilares que yo digo que dan “éxito”. Es un poco como los pilares que hacen que las cosas funcionen y que la gente se sienta cómoda. Lo que hacemos nosotros es que siempre dejamos un tanto por ciento, no inacabado, pero… Siempre pensamos que si la gente tiene la percepción de que él mismo se lo podría haber hecho, se siente más cómoda. No se siente fuera.
P: Hacerlo más accesible, quizás.
L: Sí, siempre le añadimos algo de naturalidad. Y no es que esté inacabado, simplemente que es natural. Es como que, oye, lo hemos hecho casi sin darnos cuenta. Esto es una cosa que cuesta mucho entender porque la gente, y los arquitectos en particular, tenemos tendencia a ser demasiado intervencionistas en los espacios.
A.R.: Yo soy fan total, la verdad. Fan total. Y es que para mi, uno de los lujos de mi vida es ser amiga tuya.
L: Tú sí que eres un icono.
P: ¿Quién no reconoce algo de Ágatha? Tú ves un corazón y sabes si es de Agatha o si es un ‘homenaje’ a Agatha.
A.R.: Yo he tenido muchos ‘homenajes’ también. Sobre todo en carnaval. Tanto es así, que una vez fui a El Corte Inglés hace mil años y había un disfraz de Agatha. Y entonces hicimos una licencia de disfraces. Dije, ya que lo van a hacer, pues me hago yo la licencia de disfraces.
L: Bueno, porque tú también tocas otro punto. Igual que yo, el de la informalidad. A lo mejor no te gusta lo que te voy a decir, pero creo que todos tenemos un poco de niño dentro, ¿no? Y lo tuyo… No sé si es por el colorido, por las formas, por ese punto un poco ‘naif’ en algún sentido. Yo sé que detrás de todo hay mucha sofisticación, por eso la gente se siente cómoda.
A.R.: A mi al principio me ofendía mucho el tema de los disfraces…
P: ¿Cómo os inspiráis? Sé que es una pregunta que os la habrán hecho decenas de veces, ¿no?
L: Yo sí que tengo una fuente de inspiración grande y son los viajes, imagino que tú también. Al final, yo creo que cuando tú viajas, te das cuenta que ni tú, ni tu cultura, ni tu país, ni tus costumbres son el centro del mundo. Hay más cosas que ocurren a tu alrededor, de ahí es de donde surge…
A.R.: Pero con todo lo que trabajas, no entiendo cuándo tienes tiempo para ver todas esas cosas.
L: Yo viajo y me fijo todo.
A: Es una máquina. Pero para mí, mi fuente de inspiración más bien ha sido el mundo del arte. Mi padre era coleccionista y pude visitar muchos museos. Quizá viaje menos que Lázaro.
P: ¿Pero qué es el arte? ¿Tú crees que el arte es objetivo y hay unos valores universales? ¿O hay subjetividad en la percepción del arte?
A.R.: No, no hay ninguna.
P: ¿Esto es bueno o no?
A.R.: Eso está clarísimo. Lo bueno vale mucho y lo malo no vale nada.
P: Pero sin embargo, lo malo muchas veces termina triunfando. Hay mucho intrusismo.
A.R.: No, nunca. Lo malo nunca triunfa.
L: No
P: La arquitectura es fundamental y tú, Ágatha, que eres hija de un gran arquitecto, ¿de qué sirve un interiorismo si la arquitectura es mala?
L: Tu padre revolucionó el mundo de la residencia (se dirige Rosa-Violán, hacia Ágatha).
A.R: Cuando yo era pequeña y la gente venía a mi casa, no sabían qué era eso si se tocaba, si no se tocaba. Todo les parecía rarísimo porque era una casa muy vanguardista para su época. Yo vivía ahí y la verdad que lo he agradecido muchísimo porque ha cambiado muchísimo mi vida.
P: ¿Y tu nueva casa?
A.R.: En mi nueva casa estoy en ello.
P: ¿Algún detalle que nos puedas desvelar?
A.R.: Bueno, la verdad que me llevo casi todo lo de la vieja casa.
P: ¿No le vas a dar un toque de Lázaro?
A.R: Sí, me encantaría, aunque sea una pared. Lo estoy pensando todo el rato. Ya me ha ayudado, me ha hecho un ‘favorazo’…
P: ¿Qué es la belleza?
A.R.: Bueno, la belleza cambia mucho con la historia, como ocurre con la historia de la arquitectura, la de la moda, la de la decoración. Ahora mismo, todas las tendencias estéticas tanto en interiorismo, en moda, en belleza, en todo, cambia muchísimo. Tú ahora te maquillas como en los años 70 y la gente diría ¿qué le pasa a esta?
P: ¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que, porque sois dos personas claramente de éxito estáis predestinados a alcanzarlo? ¿O es casualidad?
L: Yo creo que también mucha suerte tiene que ver con dónde has caído. Pero yo creo que el destino todo lo haces tú.
A.R.: Yo, antes, cuando me iba o colgaba el teléfono, decía adiós y siempre terminaba diciendo: “Suerte”. Lo dije muchos años, luego se me pasó. Yo creo que la suerte es fundamental, pero también te tiene que coger trabajando, como decía Picasso. Es trabajar y trabajar y cuanto más trabajas encuentras más inspiración.
P.: ¿Creéis en Dios?
A.R.: Yo sí y además creo mucho en el mio, ¿sabes?
P: ¿Lo tuyo qué es?
A.R.: El catolicismo. Lo que pasa es que no voy a misa todas las semanas, Pero cuando voy a misa me encanta y por ejemplo cuando llego a un sitio, no hay una puerta de una iglesia en la que no entre. Es de una riqueza… Yo casi siempre veo las iglesias ¿Tú también o no?
L: Yo también, siempre. Representan muchas cosas. Eran el sitio donde se congregaba a nivel popular todo el arte, porque el arte, durante muchos años, no sólo era decorativo, era didáctico.
P: ¿Creéis que vivimos en una época de crisis de valores?
A.R.: No, yo creo que son unos valores distintos, pero eso ha pasado siempre.
L: Bueno, los valores son como las costumbres.
P: ¿Y las tendencias en tu mundo, Lázaro?
A.R.: La tendencia es Lázaro. En este momento, la tendencia es Lázaro.
L: No, las tendencias existen y es imposible extraerse de ellas. Lo que pasa es que yo sí que creo que ahora es un momento que… Yo pensaba, cuando estaba en la universidad, que habrá un momento en el que todo valdría. Igual que en la moda, ¿no? Ahora creo que, bueno, puedes estar a la última yendo de muchas maneras. Y no necesariamente sólo en una línea. Pienso que las tendencias existen y que cada vez son más rápidas. Cada vez es todo más acelerado.
A.R.: Pero de verdad, la gran tendencia es Lázaro.
L: No, lo que pasa es que sí que abrimos caminos porque trabajamos mucho y no te puedes repetir.
A.R.: Pero tiene que ser distinto, sí.
L: Pero siempre es diferente. Siempre… Yo aparte insisto a todo mi equipo, a todo el despacho, a que el siguiente proyecto tiene que ser una cosa más y una cosa mejor. Otra cosa es que no salga.
A.R.: Oye, ¿has tenido alguna época en tu vida un poco más minimalista?
L: Claro. A mí me hace gracia, ¿eh? Porque incluso me parece un piropo cuando gente que va a casas que hemos creado luego te dicen oye, hemos ido a la casa de ‘fulano’ y nos hemos quedado alucinados porque era minimal y era tuya. Y yo digo, bueno es que esta casa es una casa para esta gente. Nosotros tenemos muy claro el briefing que nos dan. Tanto si es un proyecto comercial, como si es un proyecto particular.
A.R.: Una cosa maravillosa de Lázaro es que está muy metido en la moda porque ha hecho muchísimas tiendas y ha reflexionado muchísimo. Porque yo creo que hacer una casa bonita, fíjate lo que te digo, es bastante fácil. Hacer una iglesia bonita es bastante fácil. Pero hacer que El Corte Inglés esté bonito es casi imposible. No, porque es que hay tanta información.
L: Oye, pero lo estamos consiguiendo.
A.R.: Por eso, por eso, por eso tiene mucho mérito.
P: ¿A qué le tenéis miedo?
A.R.: Bueno, yo no soy muy miedosa.
L: No, miedoso no, pero yo soy muy osado, entonces lo del miedo no lo entiendo mucho. Si no, no estaríamos aquí.
A.R.: Eres un valiente, un valiente total.
P: ¿Qué has aprendido del silencio, Ágatha?
A.R.: A mí me gusta mucho el silencio. Mucho, mucho.
P: Da la sensación de que tu cabeza está llena de ruido. Pero imagino que eres capaz de desconectar…
A.R.: No, no, yo soy muy del silencio. Por ejemplo, en mi casa, en verano, el único ruido que oigo es el del mar. A mí me encanta leer, y para leer me molesta mucho que haya ruidos interfiriendo. Por ejemplo, en mi casa no tengo televisión. La música me encanta, me chifla, pero el ruido me molesta mucho.
P: Lázaro, ¿qué has aprendido del blanco? Ya que le preguntaba a Ágatha del ruido o del silencio.
L: Muchísimo. Es mi color favorito. El blanco aparte no es… La gente dice que es el no-color. No, el blanco no es no-color. El blanco es el resumen de todo lo demás. Además, que tú – se dirige a Ágatha- utilizas tanto color, el blanco se refiere a todo lo que tiene alrededor. O sea, enmarca y además proyecta. El blanco no existe como tal. Es todo lo que tiene alrededor reflejado.
P: Qué preferís ¿día o noche?
A.R: Yo día.
L: Yo es que como no duermo…
P: ¿Dulce o picante?
A.R: Yo picante.
L: Yo también.
P: ¿Rojo o negro?
A.R.: Rojo
P: Lázaro, ¿tú negro?
L: No, no, a mi el rojo me gusta, lo tengo que reconocer.
P.: ¿Playa o montaña?
A.R.: Yo playa, mucho más.
L: Playa.
P.: ¿Frío o calor?
A.R: Calor.
L: A mí me gusta mucho el invierno, sorprendentemente. Porque a mí no me gusta mucho pasar calor. Pero claro, es que el calor también a veces está conectado con la luz. Y la luz te la da el verano.
P: Bueno, ya para terminar, ¿cuál es vuestro deseo para 2025?
A.R.: Uy, yo estoy llena de deseos, pero también deseo un poco de tranquilidad.
- :¿Crees que la vas a conseguir?
A.R.: Sí, sí, sí. Cuando deseas una cosa, la consigues. Yo estoy acostumbrada a hacer lo que me dé la gana.
P: ¿Y tú, Lázaro?
L: Pues yo, tranquilidad también, la verdad. Es una cosa que me gustaría. Pero eso digamos que lo dejo para otro año. Yo lo que pido es una cosa a mi mismo: un poco de focalización. A ver si el año que viene me la trae.
A.R.: Pero si tú estás súper focalizado.
L: Más focalización. Sí, yo creo que se puede todavía más.
A.R.: Yo como tengo síndrome de déficit de atención, es que ni siquiera me atrevo a pedir estar focalizada. Pero yo lo que sí que pido y me encantaría es seguir teniendo amigos tan maravillosos como los que tengo.
Lázaro y Ágatha, Ágatha y Lázaro. Un encuentro lleno de inspiración, emoción y recuerdos. Dos grandes del diseño unidos en un diálogo que celebra su legado y, sobre todo, su futuro. Porque su reinado sigue vivo y, seguramente, por muchos años que pasen, será recordado siempre.