FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS: Reflexiones sobre el amor, el sexo y la complejidad de las relaciones en la actualidad

Federico, al margen de hablar de los asuntos del corazón de los demás, también tiene uno propio, como todos los humanos. Hablamos con él sobre aspectos que, en otro sentido del término, lo afectan profundamente, tales como el amor, el sexo, la sociedad actual o la presencia del mal en ella. Por K. Mikhailova

 

PREGUNTA: La prensa de corazón alude al mismo, no porque parta realmente de los cotilleos sentimentales, pero yendo un paso más allá y centrándonos en ti Federico, ¿qué has aprendido del amor?

 

RESPUESTA: Pues he aprendido que el sexo es una forma, de defendernos del amor.

 

P: ¿De verdad no crees que es una forma de unir más?

 

R: Cuando era niño, pensaba que el amor era una manera de llegar al sexo. De mayor, he llegado a la conclusión de que la función principal del sexo es defendernos del amor. El sexo a mejor o a peor. A bien o a mal. Ahora sí, como te pille te destroza. O sea, el amor sí que puede hacer daño. En cambio, el sexo relativiza el amor porque ya entras en otras satisfacciones. El amor es tremendo.

 

P: ¿A mí sabes que me pasa? Que cada vez que hago el amor, me enamoro. ¿Tengo un problema?

 

R: Eso me pasaba a mí, lo cual es un problema también. Efectivamente. Y si le pasa al otro es un desastre porque no todo el mundo tiene la misma idea. Yo creo que debo tener ese lado femenino. Es que no concibo el sexo sin amor. Yo lo veía en las películas y, claro, lo que yo quería era algo como lo de Olivia Hussey en Romeo y Julieta…pero un Romeo y Julieta que no se me muriera, por supuesto. Pero, al crecer, vas descubriendo el aspecto trágico del amor y yo tengo una tendencia muy adolescente. El sexo es una cosa y el amor es otra. El amor imposible es más habitual de lo que se cree.

 

P: Pero luego las corrientes científicas apuntan a que la explicación científica del amor es a través de la segregación de la oxitocina, que se genera o se segrega durante la cópula y la lactancia.

 

R: Eso es del sexo, no tiene que ver con el amor.

 

P: Sí, pero creas un vínculo afectivo, ¿no? A base de mantener encuentros sexuales.

 

R: El amor es realmente terrible porque es una enajenación en el sentido estricto del término. Le atribuyes al otro la capacidad de hacerte feliz o no. Depositas tu corazón y tu felicidad en las manos de otra persona y te obsesionas. Necesitas hablar con ella y empiezas con el cuelga tú, no cuelga tú. Eso, cuando tienes 15 años, está bien pero cuando sucede a los 50 vale, ya es un problema. Y cuando ya es la tercera boda, o lo que sea, eso ya es un asunto delicado.

Yo en esto de la química creo que sucede los mismo con la atracción sexual, igual que la belleza hasta cierto punto, que no siempre la belleza y la atracción sexual coinciden, pero bueno, más o menos, lo hacen. Pero en el caso del amor es distinto.

Creo que, de alguna manera, la crónica rosa y los chismes le quitan gravedad al amor, lo hacen más llevadero. Te ríes y piensas: Mira, a todos nos pasa, ¿ves?. A esta también la dejó por una más joven. Siempre es lo mismo. Es decir, relativizas la parte más dolorosa de las relaciones, que esa es otra de las partes que creo que explican el éxito enorme, especialmente en España, de la crónica rosa. Hablas de historias de amor, pero rebajando un poco el tono de la gravedad.

 

P: Sí, es muy interesante este debate. Yo, por ejemplo, ahora mismo, estoy soltera. En enero por fin me animé a descargarme una aplicación para tener citas, la terminé cerrando. Pero la verdad es que me he encontrado con un panorama tremendo, Federico. El ‘mercado’ está realmente fatal porque hay una crisis de identidad sexual entre los jóvenes.

 

R: Es que además el amor se pierde de vista cuando empiezas a acostarte con alguien a los 13 años, y no porque haya una historia de amor. Y cuando te acuestas por primera vez con cinco tíos o cinco tías es evidente que se ha perdido de vista lo que era la entrada normal en el mundo del amor y del sexo. Que primero es de la mano y luego una cosa lleva a la otra.

Son cosas diferentes y antes se tenía muy claro, pero como la superabundancia, en el fondo de represión, no es natural. Lo que se está viviendo ahora no es natural y además, es mentira. Como se niega la biología y encima hay un elevado nivel de represión, yo no sé qué decir. Yo no puedo decir: pues peor para ellos, pero la verdad es que eso tiene difícil arreglo porque el que ya se ha criado así…

 

Antiguamente se decía que se ha criado con represión religiosa y tal, es verdad. Yo he vivido esa época. He sufrido mucha represión, pero claro, la España católica de los años 50 o 60… Ahora bien, ahí había una salida lógica.

 

Y después es cuando llega la píldora. El gran cambio en las relaciones sexuales. Pero con ello, no se pasa a un ‘pansexualismo’, sino a la seguridad de tener sexo dentro del amor sin quedarte embarazada. Ese era el peligro de antes. Y eso se mantiene o se ha mantenido hasta hace poco. La ideología woke y todo el feminismo de la ‘tarada’ de la Judith Butler y todos estos, que son verdaderos ‘tarados’, pero ‘tarados’. Yo, además, estudié psicoanálisis, y quienes lo siguen hoy en día, siguen a los mismos que yo estudié. Derrida, Julia Kristeva, Lacán, etc. No tienen ni puta idea de lo que hablan, pero ni puta idea, o sea, no saben nada, pero han hecho una mezcolanza de cosas que, al final, se traducen en represión. “Hay que hacer lo que yo digo que hay que hacer, aunque no sepa muy bien qué hay que hacer”, y el problema es que, ahora, los jóvenes reciben tal cantidad de estímulos que no pueden ni procesarlos.
Yo, que ya soy una persona mayor, he estudiado y que tengo criterio, me puede parecer una inundación. Pero mis nietos, es que yo no sé qué van a hacer en la vida, porque a los tres años ya están viviendo cosas y de ahí al sexo debe haber unos diez minutos.

 

P: Estamos en una profunda crisis de valores y hemos pasado, como bien dices, de un extremo al otro.

 

R: Que tampoco era un extremo, porque era un extremo solamente de tiempo. Los ritos de paso, que son ritos de adulto, son propios de cualquier sociedad civilizada. Todas las civilizaciones han tenido un momento en el que una persona, un joven o una joven, deja de ser solo un ‘cacho de carne’ y se convierte en adulto. En el caso de las mujeres, ese momento llega al quedarse embarazadas, y en el caso de los hombres, al tener fuerza suficiente para ganarse la vida, matar a un dinosaurio -o lo que sea- y casarse. Es decir, formar parejas. Esos ritos de paso siempre han existido.
Ahora no. El papel que antes desempeñaban los sacerdotes, los padres o la sociedad en general, ahora lo juegan las redes sociales, que son una sentina de odios y de gente verdaderamente enferma. Gente maligna.

 

P: ¿Tu crees que cada vez que practicamos el acto sexual con alguien estamos entregando una energía y que, por tanto, te vas vaciando?

 

R: No, al revés. Te vacías 20 minutos. Yo soy de los que me gusta o me gustaba, porque ahora yo soy un señor casado muy formal pero yo me crié en la Barcelona de los 70, que aquí era la juerga padre. Ya con píldora no existía ni había represión política, religiosa o sexual porque cada uno llevaba dentro…Tal vez por eso, yo siempre he dicho que lo mejor de un polvo es el cigarrito de después, al menos en mi generación. Porque al fin y al cabo es un hecho mecánico que te apetece y lo haces. Lo mejor es esa paz, esa tranquilidad, la comunión, las risas y además con esa persona. Ya nunca vas a tener una relación corriente con quien te has acostado, aunque fuese por una tontería o porque estuvieses borracho.
Eso queda, es un lazo muy civilizado. Y esa parte me gusta mucho de los franceses, ¿no? Que tienen eso, ¿no? Se ha acostado con el vecino o con la vecina pero eso no exige gran cosa. Sin embargo, te ha dejado algo que es bueno, es decir, un recuerdo bonito, que luego a lo mejor pasan los años y resulta que no has tenido otro cigarrito de después como el que tuviste a los 21 años. Eso también pasa.

 

P: Con respeto hacia tu señora, ¿cuántas veces has amado a lo largo de tu existencia?

 

R: Amar, yo creo que querer adulto, sólo a mi mujer. Por eso estoy con ella. Toda la vida con ella, digamos que desde los 21 años.

 

P: ¿Cuál es la diferencia entre querer y estar enamorado?

 

R: Yo creo que querer es todo. Es decir, quieres y además quieres lo que has sido y lo que serás. O sea, lo importante de querer es querer seguir queriendo, ¿no? Y en cambio el amar… El amor de pronto te enamoras de alguien y es una cosa que, además lo mismo que se viene, se va. De pronto un día, ¿por qué he hecho yo tantas tonterías por esta persona, no?

 

Entonces, yo creo que el querer es una cosa mucho más profunda que el amar. El amar es casi una maldición, o una bendición, pero en todo caso episódico, depende un poco de tu voluntad. Sin embargo, el querer es una mezcla de vivencias, de voluntad, de agradecimiento.
¡Oh!, qué bien lo he pasado. Sin necesidad de hacer las aspavientos. ¡Oh!, ha visto estrellas en Orión. Cosas así, ¿no? Pero esa parte, esa gratitud, con los años que has vivido y ves que han pasado muchas cosas, pues te das cuenta de que el querer es, en el fondo, seguir queriendo, que no es lo mismo que el amor.

 

El amor a veces es una historia trágica o incompleta. A veces, es historia de una obsesión, en muchas ocasiones ligada a la belleza. O también que puede estar casada o casado, que hay una serie de obstáculos que te van animando. Pero el querer es, en el fondo, lo verdaderamente profundo. Es lo que dura, es decir, eso que te dicen, quiero ser, quiero ver tu cara por las mañanas cuando me despierto, que la cara que vea sea la tuya. Yo he dormido con mi mujer en camas separadas desde que nos conocimos, que es lo mejor. Eso es ideal, pero la gratitud sexual afectiva, el saber que esa persona te ha cuidado cuando has estado enfermo, tú también; si has tenido hijos, si tienes nietos, si has cubierto digamos, desde comprarte una casa, la hipoteca, los días malos, perder un trabajo, ganarlo, etc. Eso sí que tiene una fuerza enorme, una fuerza de gravitación enorme, eso te mantiene en la tierra, eso está ligado al amor en un sentido digamos profundo, sin alardes. Es el de la edad, cuando ves a los viejecitos que van andando por la mañana, ese es el querer que más me gusta más porque tiene una voluntad. El amor lo tienes o no tienes, sin embargo, en el querer lo tienes. Y eso me parece que es una suerte también.

 

P: También puedes querer en contra de tu voluntad, ¿no?

 

R: Eso es mas amar, pero también es que hay gente que no puede querer o que no quiere. Hay personas que quieren disfrutar con algo pero con menos compromiso.

 

P: Y, ¿por qué sucede eso? ¿Crees que es un tema genético, hereditario?

 

R: Hay una parte biológica sin ninguna duda. Nosotros somos paleolíticos y las mujeres son neolíticas, es decir, el hombre está hecho para cazar, llevar carne a la cueva y dejarlo allí. La mujer tiene que criar, dar de comer al niño… Por eso buscan a un tío malo. ¿Por qué gustan los malotes? Los malotes gustan porque la madre piensa: si mi hijo es un malote va a sobrevivir, si mi hijo es bueno, lo mismo se lo cargan. Es decir, si es un pardillo muy bueno no va a vivir, y lo que quiero es que mi hijo viva. Eso es la etología, digamos, básica en la especie. Y los hombres, es verdad que tenemos eso que, cuando lo estás haciendo ya te estás arrepintiendo, pero lo tienes que hacer.

 

P:¿Qué es la belleza?

 

R: Aquello que siempre te sorprende pero ya conocías. Algo que ya conoces. Eso que siempre te sorprende y tiene un punto más de lo que esperabas.

 

P: Y, ¿crees que es universal?

 

R: Yo creo que hay rasgos universales como la simetría, etc. Pero pienso que es bastante universal aunque cambien las modas. Es decir, más gordas, más flacas, más altas, más bajas, no sé, escuálidas, locas, más golfas, más santas… Eso cambia, ¿no? Tú ves todos los cuadros de hace dos mil años y está establecida. Otra cosa es que eso es el primer golpe y a partir de ahí luego se desarrolla todo lo demás, que no es tan fácil. Tu ves, por ejemplo, a Laura Petrarca o la Beatriz de Dante, son bellezas que ni siquiera tiene el poeta que acostarse con ellas, o a veces está casado. Eso que un día ves y ya te enamoras para siempre, pero porque significa la belleza del mundo de lo inaccesible, de lo inabarcable.

 

P: Bueno, un poco la teoría de Platón y el mundo perfecto de las ideas.

 

R: Claro, es un mundo, una idea física pero platónica a su vez que evoluciona porque tanto la Laura Petrarca como la Beatrice de Dante se harían mayores, pero el poeta ya no estaba allí para comentarlo, se queda con la primera imagen.

Hay una parte de Petrarca que se llama Invita y Morte de Madonna Laura, que Laura aunque la veas salida de misa un día, no puede ser más guapa. Es la belleza de Dios. Laura se casó y murió. Entonces claro, eso le da un aspecto muy terrenal. Muy material.

 

P: Muy material. Y carnal.

 

R: Por eso Petrarca es sensacional, y todo lo lírico de nuestro nacimiento viene de Petrarca, y Garcilaso es de Petrarca. Esa cosa de, por un lado, es imposible, o sea, es una belleza imposible de abarcar. ¿Qué hago yo ante esta belleza? Y luego, esta belleza se me ha muerto. No era imposible, era humana, no era divina. La gran cuestión, la belleza siempre tiene algo de divino, no humano. Inalcanzable. Y, al mismo tiempo, apetece alcanzarla.

 

P: Pero si la alcanzas, ya se acabó.

 

R: Exactamente. En Nepal, donde estuve hace años, hay un rito que es que en una ventanita en Kathmandú, que da la puesta de sol, aparece la Kumari, que es una niña, virgen todavía, pero a punto de dejar de serlo, porque está ya en la edad casi de la regla y es la belleza de Nepal. Son bellezas chinas más que hindúes. Son esas bellezas que tienen las niñas chinas adolescentes. Entonces aparece en la ventana, se pone el sol y se cierra. Y es lo mismo, fíjate que está lejos Nepal. En el fondo la belleza es lo mismo, es una aparición. Es como una concesión de la divinidad, que la ves, existe, pero cierra la ventana.

 

P: Entiendo. Y ya por acabar, la última pregunta, ¿crees que amor puede vencer al mal?

 

R: No. El mal puede coexistir, pero es más fuerte que todo. Puedes empatar. El amor puede empatar con el mal, pero no ganarlo. El mal es fundamental, sin él no existe el mundo.

El ser humano es malo, y además hay algo en nosotros que tiene incluso una explicación psicoanalítica: el ‘estadio del espejo’ que hace Lacán. Y lo explica muy bien.

El niño cuando nace, cuando ya se pone en pie con dificultad, no sabe que es él. Y de pronto un día se ve en el espejo, normalmente apoyando la frente, y de pronto ve que él es él. O sea, se reconoce en el espejo. ¿Y qué pasa? Que entonces todo lo que mueve él cree que lo hace voluntariamente. Y entonces, ahí ya hay una diferencia entre lo imaginario y lo real, de lo que ya no te separas, porque tú no estás terminado todavía, ni siquiera todo el bulbo encefalorraquídeo está del todo terminado. Te falta todavía como seis, ocho meses, porque el ser humano nace incompleto y en ese nacer incompleto yo creo que está la debilidad y la necesidad del mal, también posiblemente tenga que ver con los orígenes en la cueva, esos principios básicos de ataque y huida.

El cerebro tiene tres estados de desarrollo, el más antiguo o prehumano, que dirían, es el cerebro reptiliano que lo tenemos todos. Es muy malo, muy malo. Es un reptil, es decir, es que lo milagroso es que el ser humano ha llegado a cumplirse y a completarse y haya sido capaz de, no sé, de escribir Petrarca o de escribir el Quijote, ¿cómo es posible que esa especie de gusano que sale luego de alguien pueda escribir cosas como esa? Esa es la gloria del humano, que, a cambio de un cabezón enorme, produce muchísimas cosas, pero hay algo en los seres humanos siempre retorcido, siempre oscuro que a veces no sale nunca y a veces sale cuando menos te esperas. ¿Pero por qué hay niños asesinos? Porque hay niños que matan a otros niños. Eso que siempre se ha dicho como el gran problema para Dios. ¿Cómo Dios permite que algún niño torture y mate a otro?

 

P: Bueno, porque Dios da la libertad de que cada uno…

 

R: Sí, pero el niño no tiene libertad, eso está en otro lado.

 

P: Bueno, tiene un instinto probablemente de algún tipo de trastorno, porque yo creo que
el niño que mata…

 

R: Es que hay niños…

 

P: ¿Tienen algún trauma?

 

R: Es que hay gente mala.

 

P: No, no, claro.

 

R: Siempre está ahí. Y luego el problema es saber que está y no hacer como que no, es decir, no vivir como si esto fuese Kumbaya y todo el mundo es bueno y el Padre Ángel y Bajín y todas esas historias.
Esto es letal. Lo peor que puede pasar en el mundo es ignorar que el mal existe. Si sabes que el mal existe, lo combates, te cuidas, tratas de ser bueno sin pasarte, sin exhibicionismos.

Pero yo creo que el mal es, además de poderoso, muy malo.

 

P: Entonces, ¿no crees en la bondad?

 

R: Sí. Yo creo que hay gente muy buena y que sabe que el mal seguirá. Cuando esa persona muera, el mal seguirá ahí y habrá que seguir haciendo el bien. Pero hay gente que tiene una dedicación enorme a la lucha. No solo los exorcistas, o las monjas que están cuidando a los desahuciados. Yo tengo mucha admiración por las ‘monjitas’. El otro día leía una novela negra de tráfico de drogas, y reflexioné en como las únicas que aguantan para reinsertar a la gente ‘colgada’ que está mendigando en la calle, al final son las monjas, porque las mueve una fe que es un instinto superior comparable al real del mal, pero si no tienes fe… Por supuesto que puede ser y hay muy buena gente en el mundo.

 

P: Entiendo. Bueno, pues Federico, no sé, espero que te hayas sentido a gusto, yo creo que el amor vencerá al mal, pero sé que es una idea muy platónica, muy utópica y muy adolescente.

 

R: Yo soy aristotélico. A mi Platón no me convence. Es muy brillante.

 

P: Bueno, sabes que Aristóteles era un misógino.

 

R: No y Platón era esclavista. Es una cosa muy curiosa. Pero Aristóteles tenía la precaución de la razón. Porque luego el mundo es muy complicado. ¿Por qué Platón es tan brillante? Pasa como con Ortega, no tiene razón casi nunca, pero te convence casi siempre.

 

P: Pero fíjate, de los presocráticos, a mí me fascina Heráclito.

 

R: Eso sí, pero eso tiene más lógica. El problema de Platón es que es todo un mundo y abarca tantas cosas…sobre todo la política.

 

P: Fíjate que, al final, el cristianismo se basa mucho también en las ideas de Platón.

 

R: Sobre todo Aristóteles. La parte del cristianismo platónico es la parte mística.

 

P: Pero el concepto de que todo emana de un uno que es perfecto, que es luz y todo lo demás son sombras, es el concepto de la divinidad.

 

R: El cristianismo comienza por dividir, por eso nos llaman politeístas. No tengo fe, pero soy cristiano, mejor dicho, católico. Es Dios, el Hijo y el Espíritu Santo, porque esos eran problemas del Espíritu Santo.
Pero, sobre todo, porque hay una frase que es: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Eso es puro Aristóteles. Es decir, la realidad tiene normas que no se pueden ignorar. Luego tú, las gestionas como quieras, pero no se pueden ignorar. Y, además, está, tu fe, en la que tienes que separar las cosas sobre el precio justo. Los padres de la escuela de Salamanca dicen que el precio justo de una cosa depende de tantos miles de decisiones: El mercader que en Siria compró el grano que luego vendió y que en Turquía le hicieron esto… En definitiva, dicen que sólo Dios lo puede saber. Los hombres nos tenemos que conformar con el precio del mercado bueno.

 

P: Nos quedamos con el precio del mercado. Bueno, nos quedamos con esa frase, con el precio del mercado. Muchas gracias Federico.

 

R: A ti.

 

P: Espero que te hayas sentido a gusto.

 

R: Muy bien.

 

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