ALEJANDRA RUBIO: una mujer de valores

Por Teresa Haering Portolés @teresahaering 

 

Cada vez que enciendo la televisión me gusta menos el pseudoperiodismo que veo. Parece un deporte popular el que tertulianos -pocas veces periodistas- de dudoso criterio, puedan juzgar si algo es correcto o incorrecto, en qué lugar está el bien o el mal y opinar constantemente de la vida de las personas. 

 

Con motivo de la exclusiva de la semana y porque echo de menos programas de entretenimiento de calidad como los que hacía María Teresa Campos, me permito escribir estas líneas.

 

Alejandra Rubio, en la mayor parte de ocasiones, ha estado desmarcada de la prensa del corazón a nivel personal. Su papel en la televisión siempre ha sido enfocado a colaboradora, a pesar de las numerosas ocasiones en las que podría haber tomado un camino mucho más fácil. Se ha preocupado de cursar estudios parciales de derecho en la Universidad y formarse como actriz en una de las mejores escuelas de interpretación de España. Una exclusiva puntual en un momento señalado no la define como persona, un momento vital en el que ha preferido comunicar por sí misma junto a su pareja, un acontecimiento de su vida. 

 

Recordemos que me concedió la entrevista para FEARLESS ®  de forma totalmente gratuita y, además colaboró en la campaña de concienciación contra el abandono de los animales que se expusimos en Metro de Madrid del mismo modo bajo el título LEALES. Asimismo hay que añadir que Alejandra participó en la inauguración de la exposición contra el abandono animal en la Casa de Fieras, de forma totalmente desinteresada. Resulta una injusticia universal etiquetarla, como hacen algunos, exclusivamente como “personaje público”. Es una mujer que tiene mucho que ofrecer y con muchas facetas. Antes y después de personaje, hay una persona, hija, nieta, y ahora madre.

 

Alejandra se ha ganado su papel de colaboradora a pulso, siendo muy joven, y ha mostrado sensibilidad hacia la música, la pintura y el arte en general. Los medios de comunicación de este país y sus colaboradores, deberían de revisar su trato a los personajes públicos que, al fin y al cabo son personas. Es el único modo de volver a recuperar los medios de calidad y potenciar el talento en el paradigma mediático.

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