Entre el silencio y el aliento: las últimas palabras
#AcortandoLaDistancia es la iniciativa solidaria con la que Ester (@mienfermerafavorita) y Tomás Páramo (@tomasparamo) han roto la soledad de los enfermos aislados por COVID 19 con sus familias
Por Bertie Espinosa Grau
La gran ola de solidaridad surgida de la epidemia vivida recientemente es uno de los aspectos positivos que COVID 19 nos ha dejado. Entre las muchas iniciativas solidarias llevadas a cabo hay una que pretendía acortar distancias en plena época de aumentarlas. Y lo consiguió. Fue la ideada por los influencers Ester (@mienfermerafavorita) y Tomás Páramo (@tomasparamo), amigos desde el colegio, y que desde finales de marzo pusieron en marcha una iniciativa para poder llegar a conectar a los pacientes con sus familias. Casi imposible en unos momentos en los que el mundo, y la vida misma, se paralizaron. Pero así son los verdaderos influyentes. O así deberían ser. Los que se proponen algo y lo consiguen gracias al altavoz que tienen, a pesar de las muchas dificultades surgidas en un momento en el que poco más se podía hacer más allá de ir al supermercado o a la farmacia.
La historia de #acortandoLaDistancia es una historia llena de vida para un ambiente desolador de días negros y confusos en los que era difícil mantener el tipo. Es la historia que ellos han querido compartir con Fearless en un Madrid que llevaba solo unas horas en la fase 2. El estudio del fotógrafo Eduardo Momeñe fue el lugar escogido para nuestro encuentro. Hay ganas, pero también distancia. Y de eso hemos venido a hablar. Era la primera producción en meses. En el equipo hay ganas, entusiasmo y necesidad de recuperar el ritmo. Aunque ahora sea un nuevo ritmo. Si cabe decir, más humano que el anterior. A pesar del metro y medio. Con mascarillas pero lanzados a compartir la experiencia de este tiempo que jamás olvidaremos.
La iniciativa logró recaudar 600.000€ entre dinero y material para distribuir tablets por toda España para que los pacientes pudieran sentir más cerca a sus familiares. Y en muchos casos, despedirse de ellos. Cada día se llegaban a hacer más de 9.000 videollamadas que acortaban la distancia. Y también, aliviaban el drama. Últimas miradas y susurros en unos hospitales que se habían convertido en la pesadilla de cualquier novela apocalíptica. Pero en medio de tanta oscuridad siempre hay luz.
“Acortando la distancia nace de la necesidad acercar a los enfermos aislados por COVID 19 a sus familias, en muchos casos al no recibir visitas y estar desorientados, creían estar abandonados”, manifiesta Ester, que ha trabajado como enfermera y voluntaria durante todos estos meses, estando en contacto con la vida y la muerte. Y haciendo, sobre todo, más agradable la vida de quienes han perecido. Historia de las despedidas. De últimas palabras desde habitaciones silenciosas. De lágrimas y soledad en unas semanas que no se habían conocido en nuestras hospitales, residencias y centros de salud. También en pisos tutelados y centros de disminuidos, donde también han llegado. Escenas que se han grabado a fuego y le han costado el sueño, el descanso y le han enseñado un aspecto. Ahora que lo peor ha pasado, queda la experiencia. Las palabras que gracias a ellos pudieron ser pronunciadas por última vez. El cariño derramado y la distancia acortada entre el silencio y el aliento.
“Estuvimos varios días desde las ocho hasta las cuatro de la mañana enganchados al teléfono para hablar con empresas que nos donasen y distribuyeran material, era urgente y se necesitaba”, declara Tomás, que desde el minuto uno se unió con su amiga para poder llegar a todos los rincones. Era tan necesario como urgente, y aunque con dificultades, se fueron superando día a día hasta poder llevarlo a cabo. “Ver cómo salía adelante te daba fuerza, y leer tantos cientos de mensajes de aliento y testimonios fue increíble. Es la segunda cosa más bonita que he hecho en el mundo desde que nació mi hijo Tomi”, relata Tomás, cuya historia de superación le catapultó a la fama junto a su mujer, María García de Jaime, que con 18 años se quedó embarazada. Decidieron seguir adelante con el apoyo de sus familias y amigos, y convertirse en una familia joven que desde entonces no ha dejado de crecer en las redes. Y de influir y estar comprometidos con las causas sociales. “Defiendo la vida siempre. Tenemos un altavoz muy grande y muy bueno para poder apoyar causas sociales y nos aprovechamos de ello”, sentencia Tomás, que ya había sido voluntario en África y en la residencia del Cottolengo del Padre Alegre (una residencia psiquiátrica que regentan las Servidoras de Jesús en Algete).
Durante los días del confinamiento, lo que más han disfrutado ha sido la familia. Coinciden, tanto Tomás, que estuvo en el campo pintando, haciendo arcilla o leyendo mientras llevaba a cabo la iniciativa, como Ester, que ha pasado tiempo con sus hermanos como no lo había hecho nunca. A pesar de los momentos con los que cada día tuvo que lidiar. Pero siempre con una sonrisa, con la fuerza de saber que sales adelante gracias a la generosidad, y a esas últimas palabras de tantos enfermos que no son un número más, sino “gente que ha muerto sola y a la que has acercado a sus familias”.
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