Fotografía JUAN CARLOS VEGA
Texto K. MIKHAILOVA
Estilismo NOELIA VILLAVERDE
MUAH MARÍA RAMÍREZ x HARPO
EI taxi hace una parada en una gasolinera. Se pide un redbull. El café le provoca sueño, dice. Puntual. Correcta. Profesional. Mientras la maquillan en la terraza de la FEARLESS Home Gallery, envía numerosos audios. Y, entre estos, yo me dispongo a entrevistarla. Ella es Sofía Cristo Rey. Hija de dos de los personajes más cotizados por la prensa rosa, ahora en boca de todos a raíz del reciente documental y serie de Netflix.
Pero volvamos a este nuestro Daily Fearless que siempre tiene por fin darle ese punto humano y terrenal a la vida.
En la drogadicción, que es de lo que va a ir este episodio, hay tres trases: el enamoramiento en la que todo sienta bien, el silencio clínico que implica llevar doble vida porque uno se da cuenta de que algo no va bien, y la eclosión de la enfermedad que es la que podría acabar en muerte, cárcel o rehabilitación.
De la rehabilitación, a la formación, para ayudar desde el Instituto NOA
«No soy doctora ni psicóloga ni psiquiatra. Simplemente me he formado para poder acompañar y orientar a las familias bajo la supervisión de José Luis Martínez como intervencionista familiar», gracias a obtener la titulación de Intervencionista Familiar que le permite llevar a cabo el acompañamiento de las familias. Además, es máster en Conductas Adictivas en el INESEM. Actualmente colabora en el Instituto NOA, un centro privado de desintoxicación ubicado en Sevilla, que ofrece un plan de rehabilitación muy óptimo: «en algunos casos, si acudes a la Seguridad Social, la lista de espera es de 6 meses. Yo me hubiera muerto». «En NOA nos dimos cuenta de que las adicciones no eran solamente las drogas. Hay mucha gente que está enferma en la sociedad, con todo tipo de patologías que anteceden a la drogadicción», añade.
Ella es un ejemplo de superación y formación. Su historia debe ser contada y atendida.
Sofia descubre este oscuro mundo con 15 años: «tenía ciertas carencias que cubría con sustancias. Era una niña con inseguridades y miedos. La droga me hacía poderosa, invencible. Me llenaba cierto vacío».
«Con 23 años yo no consumía todos los días drogas ilegales, pero sí notaba que casi todas las semanas en algún momento siempre surgía la necesidad de ir a buscarlas con algún amigo», dice.
Al ingresar en un reality en televisión, experimenta la sensación de dominar estas adicciones: «cuando sabes que vas a volver a consumir, tu cerebro obtiene la capacidad de aguantar. Haces un parón ficticio». Aquí el autoengaño con la enfermedad.
¿Drogas duras o blancas? Legales o ilegales. Patologías duales
Sofía insiste en que no hay drogas duras ni drogas blandas, sino legales e ilegales. El cannabis se ha coronado como una droga relativamente «aceptada» en esta sociedad (se normaliza en algunas ocasiones para ir a dormir o relajarse). Resulta que el 83% de personas que entran a un psiquiátrico es por el consumo de esta sustancia, presentando brotes psicóticos.
«No solamente en el Instituto NOA, sino cuando yo hice la recuperación, los jóvenes que peor estaban a nivel neuronal eran los que provenían del consumo de THC (Marihuana)».
A la adicción de estupefacientes se suman otras. Se desarrolla una patología dual, que en algunos casos la persona ya la tenía, pero que se agrava.’ Tienes, por ejemplo, esta adicción, y de repente desarrollas enfermedades paralelas como un TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria), un TLP (Trastorno Límite de la Personalidad), una bipolaridad, entre otras tantas»
De prevención a la recuperación
La diferencia entre los comienzos de consumo de un adolescente a una persona adulta, es que aquel no tiene formada su personalidad, por lo que carece de suficientes habilidades sociales. «Dar charlas de prevención y contar toda la parte más técnica en los colegios es la clave. Siempre intento ir con una terapeuta que también me ayude a explicar esa parte, pero sobre todo también la experiencia vital», responde.
Cuando hablamos de recuperación, Sofía insiste en que hay muchos centros que venden un «60-80% de éxito en todos los casos», siendo una estrategia de captación de clientes: «la vida es muy larga, y las recaídas muy frecuentes. Las emociones fuertes te empujan. Desde una mala noticia hasta una buena. Fallece un ser querido, o ganas la lotería, o te enamores… siempre hay excusa para volver a consumir». Por eso insiste en que haya una base sólida: «a día de hoy sigo asistiendo a terapias de vez en cuando, hago deporte, llevo una vida muy sana, y me he alejado de personas que consumen». Cuando crees que estás curado, el tratamiento debe continuar, porque es para toda la vida: «hay que aprender lo que son las red flags, con los demás pero también con uno mismo: he trabajado mucho con mi psicóloga aprender a protegerme, sobre todo de la vida en la calle porque el centro en el que estás ingresado es una burbuja»
Los expertos apuntan a que la recuperación es siempre de 2 a 5 años: «yo diría de 3 a 6 ó 7 años. El éxito es que tengas tus ‘mapas cerebrales’ bien equipados para poder empezar a decir realmente ahora estoy bien, ¿sabes?. Pasas de ‘no puedo tomar’ a ‘no quiero tomar». Recuerda los síntomas de la enfermedad de la adicción: mentir, llevar una doble vida, hacer daño a la familia: «porque esta es una enfermedad familiar».
Tú que has estado tan cerca de la muerte, ¿qué has aprendido?, le pregunto. «Cuando te estás muriendo, lo que piensas es en que no volverás a consumir jamás. Pero, luego, vuelves. Porque la droga tiene un poder tan grande, tan oscuro y tan satánico que puede con -casi- todo confiesa. «Cuando vivo algo que me pueda desestabilizar emocionalmente, acudo de inmediato a mi psicólogo, añade.
Sofía no puede estar más feliz por todo el éxito laboral y personal que tiene gracias a haber dejado estos hábitos: «he construido la vida que yo quiero. Tener mi casa, mis mascotas, gente que me quiere, mis buenos amigos que son una red muy reducida, pero realmente amigos que merecen la pena». Tu madre también ha sido un pilar clave en tu recuperación, le comento. «Mi madre acudía a todas las terapias familiares que podía, algo que no todo el mundo puede decir», contesta. «Hay mucho dolor en todo este proceso. Mi madre no me acompañaba a las terapias para juzgarme», completa.
«No me arrepiento para nada. Estuve a punto de morir varias veces, pero me ha servido para ser a día de hoy quien soy», dice. «Al final yo creo que en la vida cada uno tiene su misión. Yo tengo mi misión de vida de ayudar a la gente y lo he conseguido a través de pasar por todo este proceso, añade. «Firmaría ya para quedarme así como estoy toda la vida. Con mis momentos malos, que son parte del resultado que soy ahora», concluye una Sofía empoderada más que nunca.
Sigo preguntándole a Sofía, mientras me tomo una Mahou congelada (el reloj ya marca las 13:00 horas y el sol empieza a pegar). Al encuentro se van sumando Juan Carlos Vega y Marta Salinas. Todos escuchan con interés a Sofía. «Lo que más me ha costado fue el decir no me vov a poder volver a tomar una cerveza en mi vida», afirma. Confiesa que durante los primeros años no le dejaban ni conocer posibles parejas ni mantener relaciones sexuales con otras personas «porque te enciende los mismos neurotransmisores que las drogas».
Muy crítica con el «falso mundo Disney» de las redes, define la felicidad como «la media de sus momentos especiales». En todo este proceso ¿nunca has recibido la llamada de Dios? le pregunto. «Soy creyente desde pequeña. Hay un momento de mi vida donde creo que me desconecto y me voy totalmente al lado oscuro, ¿sabes?» ¿Crees que las drogas te han alejado de Dios? insisto- El Catolicismo sostiene que el demonio opera, entre otras, a través de las drogas. «Sí, yo también lo creo, pero yo no soy católica, soy cristiana, creo en Jesús. Pero tú no puedes llegar a una terapia y decirle a un chaval: te drogas porque el demonio está operando a través de ti», responde.
«He estado cara a cara con el diablo, me molestaba hasta la gente para consumir. Era el consumo y yo. Y esa sensación solamente la puede experimentar un adicto que haya pasado por eso. Porque es una relación tan íntima que pasa por encima de todo»
Sofía ha empezado a entender la diferencia entre el bien y el mal en estas adiciones a partir del séptimo año de recuperación: «creo que hay muchísima energía negativa en la sociedad, que proviene del demonio, o demonios vestidos de luz, que también pueden ser algunos gurús. Existe una energía negativa que te conecta mucho con el mal, que es el vicio, la perversión y todo lo que tenga que ver con el consumo de sustancias Y esa energía negativa te podría conducir al consumo de drogas, porque pienso que, al final, si tú vibras en una frecuencia bonita y alta, vibras en el amor, y triunfa el bien’.