Confesiones con Nacho Duato

Es el nombre más conocido de la danza patria. Juan Ignacio Duato Barcia, más conocido como Nacho Duato, es valenciano de origen y de corazón. Acaba de recibir el Premio Max de Honor. Para él, “demasiado pronto”. Es considerado como el representante homónimo de este país del arte coreutico, principalmente por sus logros: bailarín y coreógrafo en el  Nederlands Dans Theater, 20 años director de la Compañía Nacional de Danza (CND),  ex director del  Ballet Estatal de Berlín; actualmente, director del ballet del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo.

Por Juan Carlos Vega

 

Los trazos desgarradores de una vida intensa y caótica

No sólo sabe moverse como los ángeles para que  su belleza corporal simule el descenso del Olimpo de los Dioses; sino que también ahora ejerce lo que  quiso ser primero: pintor.  Ahí, en su estudio que ha recreado en su domicilio particular en el centro de Madrid, es donde le gusta pasar su tiempo de ocio. Ha expuesto recientemente en Madrid; y, cuando la pandemia lo permita, sus creaciones al óleo recorrerán otros países. 

Sus pinturas son una clara visión de su personalidad: es un hombre nervioso, no puede estar quieto. Es, en suma, convulso como sus obras. Sus trazos son desgarradores y mezcla los colores creando un caos armónico. 

Pero si algo es innegable es el poder disfrutar de su compañía: para mí, esta ya es mi tercera entrevista con Nacho. La conversación de un vino blanco con hielo en la mano. Nadie podrá decir que Duato se deja palabras en el tintero. Los titulares que ha dado, da y dará nunca dejan impasible. 

FOTOGRAFÍA JUAN CARLOS VEGA ©

 

Una injusta despedida de la Compañía Nacional de Danza y el desencanto con la política 

En la recogida de su premio Max iba a ser más cauteloso en su discurso: “Prefiero dar las gracias a meterme con los asesores y el político de turno que no tienen nada que ver  con la cultura”. Premio que dedicó a su gente más próxima, los bailarines que están y otros que se fueron. 

Sigue profundamente dolido con su país natal por arrebatarle su rol como director artístico en la CND. Y asegura que le quitaron lo que más quería: crear con ‘sus bailarines’. Y es que, con Nacho al frente, en aquella etapa nuestra compañía era ejemplo y admiración en todo el mundo.

“A una inauguración, a los tres meses de mi despido, en el museo Hermitage  de San Petersburgo -entonces  Nacho ya era director del teatro Mikhailovsky-, asistieron los reyes Juan Carlos y Sofía, con la ministra Gonzalez Sinde.  La Reina me dijo que ‘mal te hemos tratado, lo siento mucho’, y le conteste: ‘vos no me trató mal, me trató mal la señora que va detrás’ -refiriéndome a la ministra que me desterró-”, recuerda.

 

Desconfía con toda razón de los políticos españoles: “Lo primero que se hace en política cuando alcanzas un cargo es empezar a mentir”. Le prometen eternamente un instituto específico para danza. Promesa que no cumplen, para  su verdadero deseo que es la asignación de un teatro para sus ‘colegas’. 

“Somos el único país del primer mundo que no tiene un teatro estable para una compañía nacional: Berlín invierte en ballet, lo que en España se invierte a nivel nacional”.

 

Los 80 y 90 de las penúltimas pandemias

Sin embargo, el actual director Joaquín de Luz ve necesario reponer sus obras porque son adn de nuestro ballet. Como es el caso de White Darkness, basada en la historia personal de su hermana fallecida como tantos otros por la pandemia de la droga en las décadas de los 80 y 90. Se reestrenó en Teatro Real este noviembre. “Aquella fue también una pandemia; había mucho miedo, coincidía además con el inicio del SIDA; perdí muchos conocidos…”, explica. 

 

…Son tantas las frases que nos regala, que casi es  mejor protegerlas en el audio  del móvil, y  disfrutar descorchando una botella en su honor por el premio Max.

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