Érase un DANDY ante el mar (y tras la cámara)

La historia de Jean-Daniel se podría contar como una
ópera en tres actos y con un final feliz. Empezó como
reportero de guerra mientras hacía el servicio militar
francés, en Algeria. Allí vivió el horror, la muerte, las
alarmas, los tiros, y el blanco y negro de un pasado
que hoy en día lo recordamos con ese color pero que
mientras sucedió ante sus ojos tuvo todos los colores.
Y es ante el escenario bélico como se logra entender
la obra de este fotógrafo francés que viró su vida al
escenario más opuesto a una guerra: la moda, las
largas playas bañadas por océanos azules, las modelos,
la belleza, y el color en todos sus estados, con la luz
siempre presente. En una palabra: la paz. Cambió los
disparos en la guerra por los disparos a su cámara. Y
el blanco y negro por el color. Y todo, empujado por
Diana Vreeland, que se fijó en su talento y le mandó
a Marruecos y Mykonos para hacer una producción
para Vogue USA. Y entre medias de todo esto: el cine.
Realizó varios trabajos con distintos directores y
actores, donde educó el ojo y los sentidos para
estar tras las cámaras inmortalizando sus
sueños y paraísos estéticos.
La fotografía de Lorieux es una oda
a la naturaleza con la belleza del ser
humano y la moda en esos inmensos
escenarios salpicados por el azul
del cielo y del mar. Lo hizo en un
tiempo en el que no estaba
de moda la defensa a ultranza de la naturaleza

y el bienestar del planeta,
pero de manera inconsciente supo captar la belleza
de algo que hemos de mantener. Tampoco estaba de
moda en sus comienzos el color, pero se adelantó en esa
explosión que hoy nos lleva a pensar que la felicidad
siempre es a color. Y sus fotos son hoy el mejor alegato
para concienciar sobre la defensa de este escenario que
está presente en una parte importante de las fotos de
su carrera. Su corazón está en París, pero el objetivo,
siempre alrededor del mundo, captando los escenarios
más relajantes del planeta, en hoteles o resorts de lujo
con playas kilométricas de arena virgen y aguas que
son de todos los azules posibles.
Jean-Daniel se define como un tímido que necesitaba
cambiar, y fue tras la cámara como logró hablar
a través de sus fotos, de las formas, los escenarios y
los colores. Sin necesidad de palabras construyó un
lenguaje propio y estético que hoy en día es el pretexto
para un discurso ético. A Jean-Daniel le gusta meterse
en el mar hasta en traje, fotografiar y seguir buscando
el elixir de la felicidad y los sueños a través de bellas mujeres que
caminan por la orilla, con bolso de Hermès o la silueta alegórica
de un inmenso pez marino. Pero también con la sensualidad del
viento, captada en alguna de sus instantáneas más icónicas, donde
entre el mar y la cámara está Lorieux, gafas de sol y unas gotas de
perfume. Siempre el glamour, siempre la vida misma ante sus ojos.
Compartió tertulias y amistad con Helmunt Newton (en la foto
que ilustra este artículo), al que define como un hombre con “un
carácter extraordinario y con quien compartía el estilo de mujer
y fotografía”. Pero también tiene otros referentes que conoció:
Andy Warhol (al que visitó en su estudio de Nueva York), Richard
Avedon o Guy Bourdin.
Lorieux es un dandy de la fotografía, busca la perfección en sus
instantáneas y sostiene que “el espíritu de creación es la forma
más alta de contradicción”. Ha estado rodeado de artistas, y ante
su objetivo han posado algunas de las estrellas más mediáticas del
siglo XX, desde Mick Jagger (al que fotografió cuando actuó por
primera vez en el Olympia de París) a Claudia Schiffer, pasando
por Carla Bruni, Frank Sinatra o Brooke Shields. Pero también
personajes de la vida pública como Jacques Chirac, Nelson
Mandela o Estefanía de Mónaco. Su portfolio podría ser una
larga lista de nombres en negrita que podría hacer enloquecer
a los más mitómanos del S.XX. La belleza enloquece, y sus
fotografías son el resultado de una vida entregada a una pasión.
Y hay pasiones que hay que celebrar y exponer, por eso estamos
aquí reivindicando la figura de un grande que está entre nosotros,
y que nos ha hablado de belleza y conciencia con el mejor de sus
talentos: la fotografía.

Por Bertie Espinosa Grau
Comisario de la exposició

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