«El ojo irónico», el documental que repasa la vida del fotógrafo Ramón Masats
“Yo, sin la ironía, no podría hacer fotografía”. Es una de las frases que el genial Ramón Masats desgrana en el reciente documental que se emitirá en La 2 de TVE el 1 de octubre. Un documental de Xavier Baig, Òscar Moreno y Jordi Rovira, que repasa la vida del fotógrafo, y que cuenta con material y testimonios que ayudan a conocer a uno de los máximos exponentes de este arte en la segunda mitad del siglo XXI.
Ramón Masats no tenía nada claro su futuro. No se veía en la tienda familiar de pesca salada que su familia regentaba en el mercado de Terrassa. Él era el hermano mayor y, debido a la tradición catalana del ‘hereu’, sabía que estaba predestinado a quedarse con aquel negocio en el que ya llevaba años trabajando. Se levantaba muy temprano y, cada mañana, con una pequeña furgoneta, de donde emanaba un fuerte olor de bacalao, iba a buscar el pescado que después comercializaban. Pero él quería otra cosa.
Fue durante el servicio militar que este lector empedernido se topó con un ejemplar de la revista Arte Fotográfico y empezó a interesarse por la fotografía. Pero para ello necesitaba una cámara, así que, poco a poco, le sisó dinero a su padre para comprarse una Kodak Retina II. Y para no reconocer el robo, le aseguró a su progenitor que aquella cámara la había ganado en una tómbola.
Una vez finalizado el servicio militar, se presentó en la sección de fotografía del Casino de Comercio de Terrassa y, más tarde, en la Agrupación Fotográfica de Cataluña, pero en ambos lugares, exponentes de un arte caduco y de una mirada anticuada, se sentía fuera de lugar. Aun así, en la agrupación catalana conoció a jóvenes como Oriol Maspons, Ricard Terré o Xavier Miserachs, que, como él, tenían una concepción moderna de la fotografía que Masats y rechazaban el academicismo imperante de la época. Estos rebeldes, recién llegados, eran vistos con suspicacia y frialdad por el resto de miembros.
Todos estos jóvenes acabaron marchando de la Agrupación para emprender un camino juntos y crear una obra que, poco a poco, revolucionaría la fotografía española. Esta generación de fotógrafos cambiaría la visión de España a través de sus miradas. Y Masats es uno de sus principales representantes.
El trabajo de Masats coincide con el final del periodo de autarquía franquista y es en este contexto que empieza a recorrer el país –primero en motocicleta, después en un SEAT 600– para retratar los rituales castizos y folclóricos españoles. Los tópicos siempre han despertado su interés, así que tenía un reto: inmortalizarlos de una manera diferente, con una mirada nueva, moderna.
Desde Madrid –donde se traslada a vivir para trabajar para Gaceta Ilustrada– inicia una carrera como profesional realizando numerosos reportajes por toda España, sobre todo Andalucía. No solo se convierte en reportero, sino que su mirada irónica y transgresora también da lugar a libros como Sanfermines o Neutral Córner. E incluso trabaja por el Ministerio de Información y Turismo, para retratar un país que había decidido abrirse y que, en consecuencia, necesitaba venderse más allá de los Pirineos.
Sin embargo, en 1965, cuando su trayectoria profesional se encuentra a su punto más álgido, Masats abandona la fotografía durante un largo periodo de dieciséis años. Es un cambio brusco, radical, que se explica por su decisión de realizar documentales –incluso una película de ficción– para el NODO y TVE. Esta etapa audiovisual, en un momento en que la pequeña pantalla empieza a estar presente en todos los hogares, es desconocida para el gran público. Son unos años totalmente al margen de la fotografía, en los que experimenta con las imágenes en movimiento. Una época que dura hasta 1981, cuando intentan contratarlo en Televisión española y él se opone. Porque nunca ha querido contratos y siempre ha ido por libre.
Entonces regresa a la fotografía de la mano de la editorial Lunwerg, con quienes colabora a lo largo de dos décadas. Esta nueva etapa se caracteriza por la fotografía en color –toda su producción anterior era en blanco y negro– lo que no le supone ningún problema. Le encargan numerosos libros sobre España, que reflejen la vida, alegría y color de un país que lleva pocos años en democracia y que ha dejado atrás una época gris. Por cierto, unas fotos, la de esta segunda etapa, poco conocidas.
Finalmente, en 2002, a los sesenta y siete años, Ramón Masats dice que ya tiene bastante y deja definitivamente la cámara. A principios del siglo XXI ya es considerado uno de los grandes de la fotografía española, un referente absoluto, incluso por muchos, el mejor fotógrafo español de la segunda mitad del siglo XX. Y con su decisión de abandonar la profesión y disfrutar de una merecida jubilación, empiezan a llegar los homenajes y reconocimientos para este hombre que actualmente, a sus noventa y dos años –y con una salud delicada– ha decidido sentarse durante tres días ante las cámaras y realizar la que podría ser su última entrevista.
“Nunca había hablado tanto”, reconoció, sincero, al acabar.
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