Diario de una becaria en la Fashion Week, por Marta Martín
Lo primero que se me pasa por la mente al cruzar la puerta que separa el ciberespacio de la zona de desfiles es la cantidad de veces que me encontré en ese barullo de gente, mendigando una mirada de compasión a la que le sobrara una entrada de ese desfile que previamente había casi estudiado en casa. Había algún día en el que, aunque cansada de intentarlo, caía una entrada en tus manos de alguien que tenía más de la cuenta. Salía del desfile con una sonrisa de oreja a oreja por haberlo presenciado detrás de un montón de cabezas sin rostro que muchas veces no te dejaban ni ver, pero contenta, al fin y al cabo, creías cumplir tus sueños de estudiante de moda con eso.
Siendo hoy 15 de febrero e inaugurando el primer día de la MBFW me encuentro sentada en primera fila por llevar un papel que me acredita como prensa, me encuentro sobre unos tacones rosas que llevo todo el día eligiendo sin saber si la prensa va en tacones y con la chaqueta abrochada hasta arriba porque la chica de atrás lleva mi misma blusa, ya he cubierto el cupo de tierra trágame del primer día.
El desfile de Isabel Dalbat se podría definir como tradicionalismo moderno o lo que es lo mismo, ser experta en construir un baile perfecto donde la tradición encaja con la modernidad sin caer en la corriente tan destructiva del desequilibrio de no saber dónde está el límite entre la moda y lo moderno por lo moderno.
No tengo nada en contra de lo moderno y ni mucho menos es que me considere especialmente una persona clásica, al fin y al cabo vivo en el mismo siglo que todos y soy consciente de lo que supone, pero después de estudiar 4 años de diseño de moda donde cada mañana se caracterizaba por la lucha y la justificación constante de defender lo que según una supuesta opinión tachaba mi moda de clásica, simple y tradicional, le acabas cogiendo un poco de miedo a lo moderno. Gracias a desfiles como este y gracias a diseñadoras como ella, la marca España se presenta ante el mundo con carácter, identidad y valores para luchar contra una idea de la moda vacía y sin valor alguno.
El día de 16 de febrero las puertas de ifema se abren para deleitar al público con una sonrisa especial, Agatha Ruiz De La Prada inunda de vitalidad todo el recinto en forma de colores, olores y música, es la encargada de llenar 15 minutos de alegría a la gente, a pesar de haber desayunado con la noticia de que la cifra de fallecidos en los seísmos de Turquía y Siria supera las 40.000 personas.
Hoy he decidido pasar más desapercibida, es más difícil encontrar a alguien igual que tú si vas de negro. Libreta en mano y zapatos de tacón bajo decorados con un corazón rojo en la punta para darle un toque “Aghata” me dispongo a encontrar a los jefes de prensa de todas las marcas colaboradoras, si me vieran desde fuera dirían que lo he hecho toda la vida, sin titubeo y con decisión. En la “fiesta” posterior al desfile es donde se cuece todo, nunca había visto tal aglomeración de famosos juntos. Por un lado, tenemos el clan televisión; colaboradores, tertulianos y concursantes de algún programa, últimamente de un rango de edad de entre 20-30 años. Lo mismo pasa con el clan “influ”, nuestras influencers de confianza a las que les revisaremos el perfil para ver los modelitos elegidos, el cual se ha polarizado mucho últimamente con el fenómeno TikTokers, ahora la primera fila del segundo bloque de la derecha está reservado para ellas, influencers de unos 20 años son las que pisan la pasarela con más fuerza que las propias modelos. De hecho a las 12:30 el desfile de Andrés Sardá se abría con una de las influencers más veteranas y reina de las redes. Aida Domenec, más conocida como Dulceida, acaparaba toda la atención y expectación del día al igual que toda la primera fila de la grada que la acompañaba. La directora creativa de Sardá ocupaba todas las publicaciones y los stories de Instagram el martes 16 siendo el desfile más visto en redes, hoy en día una campaña de marketing muy acertada.
Actualmente todas las redes sociales tienen el poder de introducirte en el mundo de la moda, incluso en la propia pasarela, de una manera u otra y siendo totalmente lícito. La moda al fin y al cabo es una marca y se alimenta de otras marcas o en este caso de productos persona imprescindibles para llegar a un mayor número de espectadores, pero… ¿Con todo esto la moda se ha relegado a un segundo puesto donde, aún en la semana de la moda, ni mucho menos es lo más importante? ¿Las verdaderas figuras del mundo de la moda se sientan ahora en la última fila y las influencers se sientan delante acaparando las cámaras siendo ellas las verdaderas reinas de la moda?
El último grupo; periodistas, prensa, reporteros y CEOS que corren de un lado a otro en busca de la mejor colaboración, entrevista y fotografía, no solo a los diseñadores. Hay figuras que sabes que son importantes por la aglomeración que forman a su alrededor e intentar acercarse a ellos para conseguir el teléfono de la mejor colaboración que vas a hacer en años es casi imposible, peces gordos con peces gordos, no con simples becarias.
El viernes 17 pude presenciar en primera fila un desfile llamado elegancia y buen gusto, Isabel Sanchís y sus estructuras brillantes construidas en diferentes materiales transmitían al público el sentimiento de pasión por lo bien hecho. Antes de empezar el desfile pude observar como la interminable cola que se forma en la puerta trasera antes de cada desfile para poder entrar a verlo sin entrada, comenzaba a dejar pasar a 5, 6 personas. Yo también esperé en su día horas y horas para conseguir entrar a algún desfile, para poder ver desde dentro lo que sería mi futuro profesional y el de la mayoría de jóvenes que esperamos esa cola. Casi 18 escuelas especializadas en moda forman solo la comunidad de Madrid y es rara la vez que dentro de un desfile consigues ver unos ojos ilusionados como los de estos estudiantes que nunca se les da la oportunidad de observar de cerca su futuro. Si apostamos por el futuro de la moda española no podemos dejar de lado a los jóvenes, son el futuro y necesitan oportunidades para tener ganas de serlo.
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