RACHEL VALDÉS presenta una instalación inmersiva en el jardín histórico del Cigarral de Menores de Toledo
Un cubo de espejo de 300 x 300 x 300 cm, abierto por dos lados, donde el visitante puede entrar y ser parte de la obra al verse reflejado entre la naturaleza del entorno. El Pensador de Rachel Valdés es una nueva instalación, realizada ex profeso, que se incorpora al jardín histórico de la Fundación del Cigarral de Menores, en Toledo. Una iniciativa que capitanean Gregorio Marañón Bertrán de Lis y Pilar Solís-Beaumont Martínez-Campos. “Cuando conocimos a Rachel Valdés le pedimos que nos enseñara su obra y nos quedamos entusiasmados de su sensibilidad y creati vidad con materiales innovadores”, afirman los anfitriones. “Luego decidimos con ella qué tipo de obra y dónde instalarla en los límites del jardín del cigarral. Encontramos que, para un amante del arte, no hay nada más gozoso que pasear al aire libre por un lugar donde se puede disfrutar de la naturaleza, las vistas y obras de arte escogidas con cariño”. Este jardín histórico se convierte en un espacio de arte contemporáneo donde dialogan la naturaleza y la creación de artistas como Eduardo Chillida –Lugar de asiento–, o Cristina Iglesias –Fuente sin nombre–, con la silueta de la ciudad de Toledo como fondo. En este punto, coincide Valdés, que confiesa que “siempre me ha interesado la relación que existe entre el ser, un objeto determinado y el entorno”.
Espejos del alma
En medio del campo, rodeada de olivos y cipreses, El pensador se transforma con el paso de las horas del día. Sus espejos reflejan la naturaleza cambiante que, al igual que el humor, no se man tiene constante. Es por ello que esta pieza no deja de ser un ejercicio de paralelismo, contempla ción y autoreconocimiento. “Me atrae la idea de poner al espectador como parte fundamental de la obra, brindar un estado de presencia, reconocimiento y contemplación. Crear un diálogo entre el sujeto, el objeto y el entorno”, explica Valdés.
Para la artista, la repetición o el reflejo de un elemento sirven para evocar el recuerdo del yo pa sado. Funcionan como “una materialización del tiempo”, que incide en la disyuntiva entre lo men tal y lo físico, lo objetivo y lo subjetivo; diferentes realidades que componen la vida humana.
“Hago de mi trabajo un proceso de investigación vinculado a experiencias personales”, admite. Su objetivo con El pensador, reconoce, es hacer que el espectador se pueda convertir en interlocutor directo de la pieza, hasta tal punto que llegue a formar parte de la misma. A través del diálogo con las ideas de unión e inclusión, el reflejo deja de ser símil para ser asimilado.
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