CASA MONTELONGO, arquitectura, arte y diseño
Una casa canaria con una historia enraizada en las tradiciones más antiguas del municipio de La Oliva se convierte en un alojamiento único, proyecto de Néstor Pérez Batista (perezbatista.com), arquitecto canario afincado en Berlín.
El proyecto consta de dos unidades alojativas independientes, con salón comedor, cocina, dormitorios, baño y amenities, convirtiéndolo en un alojamiento singular, caracterizado por la exclusividad, “Se trata de disfrutar”, explican sus promotores, “de paisajes naturales, de playas donde es fácil perderse y donde el alojamiento en sí se convierte en uno de los motivos principales del viaje”.
«Borja y Raúl, propietarios de la casa, expresaron su deseo de trabajar en el diseño, priorizando el respeto a la cultura y al patrimonio arquitectónico de Fuerteventura, al mismo tiempo que ofrecieran una solución arquitectónica a las necesidades contemporáneas (residenciales). La Casa Montelongo, antiguo casino de La Oliva y situada en la Zona de Conservación Histórico-Artística de La Oliva, proporcionó el espacio idóneo para cumplir con estos deseos. Con este desafío, comenzó la renovación. Los principales argumentos del desarrollo del proyecto se centraron en el contexto urbano en el que se encuentra la casa y su patio. Una de las metas era establecer una relación estrecha e imprescindible entre las estancias de la casa y el patio.
Cada espacio se diseñó de manera individualizada, pero al mismo tiempo, se conectó estratégicamente con el patio a través de huecos en las fachadas interiores, enfatizando la sensación de apertura y transparencia, evitando romper la continuidad espacial y las relaciones fluidas que se establecen con el mismo. Esta estrategia buscaba apropiarse de los espacios exteriores y hacer que pasaran a ser una estancia más de ambas unidades residenciales.
El cuidado detallado de aspectos como la iluminación, la geometría espacial, el confort térmico y la privacidad de las estancias permitió que la unidad se experimentara en su conjunto, proporcionando una gran variedad de condiciones y características espaciales diferenciadas, así como una cierta sensación de «nowhere», perfecta para la contemplación, la reflexión y un hedonismo primigenio que se materializa desde el momento mismo en que se accede a la casa.”
Su patio con piscina, lo preside una escultura de Óscar Latuag, un artista disciplinar canario, arquitecto, escultor, muralista, diseñador… en síntesis: explorador de las formas. En su obra, Latuag percibe y observa la idea en sí misma, en su naturaleza, como si de un escáner se tratara, clasificando, agrupando, seleccionando y eliminando excesos, hasta llegar a la expresión absoluta, simple, y necesaria de lo que quiere contar. Su denominada “perfección pasajera”.
La escultura de Casa Montelongo es una oda visual a la rica herencia natural de la isla. La obra se erige como un homenaje a la cochinilla, la orchilla y la piedra de barilla, elementos fundamentales en la producción de pigmentos tradicionales. Las formas abstractas evocan el liquen, la tunera y la hoja de la penca, arraigando la escultura en la esencia misma del entorno local. La interacción dinámica entre la luz del sol y las intrincadas formas de la obra crean un juego de sombras en la pared, una danza efímera que cambia a medida que el día avanza, añadiendo una dimensión extra a esta fascinante representación artística de la naturaleza autóctona de Fuerteventura.
Según cuenta el historiador majorero, Pedro Carreño Fuentes, “la Casa de Montelongo se sienta en un solar de la antigua calle de la Iglesia que luego fuera la del General Franco en memoria de su visita a La Oliva en la década de los cincuenta, hoy recibe su nombre de la fuente Tababaire.
“En ella”, sigue contando Pedro Carreño, “además, se ubica uno de los casinos de la Oliva donde tenían lugar importantes fiestas y que contaba con la protección de la Casa de los Coroneles. A este salón asistía la Marquesa doña Nieves, como invitada de honor. En esas celebraciones eran muy importantes los bailes donde la gente cantaban canciones improvisadas que muchas veces se dirigían a la marquesa, la tradición popular recuerda algunas de esas coplas, aunque la más sonada es la que solían cantarle a su llegada: Que es aquello que relumbra/ en la sala más que el sol, / doña Nieves del Castillo, / hija del Gobernador”.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!