Fotografía ROBERTO MAROTO
Texto MARCO DE PABLOS
Estilismo NOELIA VILLABERDE
MUAH PATRIZIO NICCOLAI para Dior Beauty
España celebraba la mayor hazaña futbolística de su historia tras conquistar el Mundial de Sudáfrica, mientras artistas como Lady Gaga o Rihanna marcaban el pulso de la cultura pop y el movimiento hipster iniciaba lo que sería su gran apogeo. En medio de ese torbellino cultural y mediático comenzaba a abrirse paso una nueva generación, la primera verdaderamente nativa digital, conocida como Alpha.
Corría el año 2010, un punto de inflexión marcado por la llegada de Instagram, que rápidamente se consolidaría como una de las principales redes sociales del mundo. Bastaba con subir una imagen acompañada de hashtags. Lo que pocos imaginaban entonces era que esa práctica aparentemente trivial se transformaría, con el tiempo, en un auténtico modelo de vida, hasta el punto de hacer realidad aquello de “renovarse o morir”.
La intriga y el boca a boca fueron los motores que impulsaron la descarga de esta aplicación. Así le sucedió a Carla Hinojosa, hoy convertida en una de las grandes influencers del panorama nacional. “Fue en 2012, mientras vivía en Milán, cuando me abrí Instagram casi por curiosidad. Compartía mí día a día y, sin darme cuenta, empecé a crear una comunidad interesada en mi forma de vestir y en mi estilo de vida. Más tarde, en Londres, alrededor de 2013-2014, empecé a mostrar más, y todo fue fluyendo”.
Su perfil atesora más de 360.000 seguidores y sus publicaciones acumulan miles de likes, lo que le ha permitido estar exactamente donde siempre quiso. “Ni en mis mejores sueños imaginé poder vivir de la moda y la belleza”, confiesa. Se lo ha ganado a pulso, aunque en esta industria nada le pilla por sorpresa.

En la imagen de portada, Carla Hinojosa posa con Vestido de tul con plumas de ALICIA RUEDA ATELIER; sandalias de ROGER VIVIER; y pendientes de MARINA GARCÍA. Sobre estas líneas, vestido de lana y tafetán de BARO LUCAS, sandalias negras de JIMMY CHOO; y pendientes de oro esmaltado con flores y frutas de ROGER VIVIER.
Desde pequeña han resonado en su cabeza nombres de diseñadores, tejidos y pasarelas, y ha sido testigo tanto de los placeres como de los sacrificios que exige este mundo, capaz de dar mucho, pero también de arrebatarlo tras largas jornadas de esfuerzo. Su familia es propietaria de Brillant, una tienda multimarca de complementos en Barcelona, que, como ella apunta, “no solo nos dio de comer, sino que fue el reflejo del sacrificio de mis padres”. Muy en especial de su madre, Susi Rejano, quien, al igual que su hija, acumula en dicha plataforma una legión de adeptos. Sobre ella recuerda: “Lo hacía con el mismo amor que sigue teniendo hoy. Por eso, para mí, la moda siempre ha sido algo profundo. Es imposible no respetarla ni defenderla cuando has crecido viéndola así”.
Sin embargo, lo que más agradece es cómo la educaron dentro de ese entorno. “Mi madre nunca me crió como a una niña consentida. Me inculcó el valor del trabajo, de cuidar las cosas y de entender lo que hay detrás de una prenda bien hecha. Cada temporada me compraba tres conjuntos, siempre buenos, sí, pero solo tres, y me explicaba por qué. Me decía: ‘Tú eliges si son de Prada o de Zara, pero recuerda que lo importante es entender lo que hay detrás de lo que compras’”. Fue entonces cuando comprendió que la industria textil era mucho más que mera apariencia.
Carla también ha estado cerca de los desfiles desde temprana edad. “Mi madre y mi tía solían llevarme a los que se celebraban en España para comprar colecciones de las marcas que vendían y, más tarde, empecé a acompañarlas también a las Fashion Weeks de Milán y París”, recuerda. “Al principio iba como simple espectadora, una niña fascinada por un universo que observaba en silencio, sin imaginar que años después acabaría dedicándome profesionalmente a él”.
A los 21 años, con los estudios universitarios recién terminados, decidió involucrarse de lleno en el proyecto familiar, asumiendo la dirección del departamento de compras y el rol de buyer, uno de los puestos más mimados por las firmas cada temporada. Desde hace varios años, ocupa un lugar destacado en los front rows, ya como creadora de contenido, un logro que ha conquistado por mérito propio dentro de ese déjà vu constante que la ha acompañado desde sus primeros pasos.

Top negro de ELISABETTA FRANCHI; falda de tul de VICCOLO; botas altas en cuero negro de LONGCHAMP; y pendientes de MARINA GARCÍA.
Esa posición no solo le ha permitido vivir numerosas experiencias desde diferentes prismas, sino que también le ha brindado la oportunidad de presenciar el ayer y el hoy de una industria en constante movimiento. “Es verdad que todo ha cambiado. Hoy los desfiles son más espectáculo que antes. Se busca la viralidad, el impacto, lo que genera conversación. Y aunque forma parte de la evolución natural del sector, echo de menos esa esencia más íntima”, recalca. “Aun así, cuando las luces se apagan y el primer modelo pisa la pasarela, sigo sintiendo lo mismo que sentía de niña”.
En efecto, las cosas han cambiado y los creadores de contenido se han convertido, en muchos casos, en las gallinas de los huevos de oro para las marcas, aunque algunas voces apuntan a que esta fórmula tiende a debilitarse. Sobre ello, Carla añade: “No creo que estén perdiendo peso. Todo lo contrario. Yo consumo muchísimo contenido digital, especialmente a través de Instagram, y siento que los creadores aportan una mirada diferente a la moda, más cercana y dinámica. Los medios tradicionales han sabido adaptarse mucho al lenguaje que los creadores llevan años utilizando”, y sentencia: “Más que una pérdida de peso, yo diría que hay una saturación de voces, pero eso no significa que el creador tenga menos relevancia; simplemente hay más competencia, más ruido y más necesidad de aportar valor real. El papel del creador no se está perdiendo, sino madurando”. Ella es el mejor ejemplo.
«Llevo muchos años con la sensación de que esto, de algún modo, puede llegar a un fin»
– ¿Eres exigente contigo misma?
– Soy muy exigente conmigo misma. Mucho. Demasiado, diría. Soy muy profesional, y cuando algo no está perfecto, me cuesta desconectar, pero también creo que esa exigencia, en equilibrio, es lo que me ha traído hasta aquí.
Eso de lo que habla se percibió durante las más de cuatro horas que este shooting se prolongó. Al igual que su sencillez, otra cualidad de la que puede hacer gala. Entre salidas y entradas al vestíbulo del hotel Intercontinental de Madrid, con vestidos que limitaban su zancada, no perdió la sonrisa en ningún momento, aceptando todas las indicaciones que llegaban desde fotografía. Su cercanía con el equipo que se arremolinaba a su alrededor también fue palpable, desmontando mitos que suelen asociarse a quienes se dedican a las redes. Incluso nos hizo partícipes de un pequeño inconveniente con su lavadora. “No soy competitiva, ni materialista, ni superficial, aunque a veces la gente puede imaginarlo por mi entorno”, comenta, al mismo tiempo que detalla qué es lo que realmente valora a día de hoy. “La calma, la felicidad cotidiana y la sensación de irse a dormir en paz. Con los años —añade— he entendido que eso es lo que de verdad importa: tener a los tuyos bien, disfrutar de lo que haces y vivir sin tanto ruido”.

Vestido rojo de corte sirena, drapeado en raso, de PRONOVIAS.
En relación a ese “ruido” que menciona, admite: “He aprendido que es importante protegerse. Exponerte demasiado significa dar demasiado espacio a la opinión ajena, y eso, a largo plazo, puede hacerte daño”. Lo que muestra en sus perfiles, según aclara, representa apenas un cinco por ciento de su vida real, y siempre se hace una pregunta antes de compartir algo: “‘¿Esto podría afectarme o malinterpretarse?’ Si la respuesta es sí, prefiero guardármelo”. “Una cosa es ser cercana y otra muy distinta, quedarse expuesta”, revela.
«Mi padre solía decir algo así como que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios, y con los años he entendido lo cierto que es. Prefiero que la gente imagine, especule o incluso invente antes que darlo todo a conocer»
“He tenido la suerte de construir una comunidad maravillosa y prácticamente no conozco el hate, quizá porque nunca he mostrado mi vida en exceso”. Sin embargo, sí le preocupan aquellas personas que buscan hacer daño a base de malinterpretar, sacar la parte negativa o juzgar sin contexto. “Inevitablemente, te acaba afectando. Por eso prefiero protegerme. Al final, elegir qué mostrar y qué guardar también es una forma de tener poder sobre tu propia historia, y eso, para mí, es esencial. Mi padre solía decir algo así como que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios, y con los años he entendido lo cierto que es. Prefiero que la gente imagine, especule o incluso invente antes que darlo todo a conocer”.

Carla lleva jersey de pico en hilo italiano, falda cruzada de satén con detalle de encaje y prenda superpuesta, todo de HUGO BOSS; y joyas de MARINA GARCÍA
“Puedes mostrarte real y humana, pero no hace falta compartir más de lo que se te pide ni exponer lo que pertenece a tu intimidad. Revelar fragilidad no es lo mismo que ser vulnerable públicamente”. Es justamente lo que termina pasando factura a muchos. “A veces lo veo en compañeras que están más expuestas que yo y me da pena, porque muchas son personas auténticas y espontáneas que simplemente han sido naturales frente a una cámara y, aun así, se les busca el fallo. Hay demasiada gente que utiliza nombres conocidos para hacerse viral, y eso lo único que hace es sembrar odio”.
Pese a ello, Carla recuerda: “Somos muy afortunados de poder vivir de algo que nos apasiona, pero también hay mucho esfuerzo detrás. Por culpa de ciertos perfiles que no comunican bien lo que hacemos, nuestra profesión puede percibirse como un ‘vivir del cuento’. Sin embargo, hay muchísima gente que trabaja con rigor, constancia y compromiso, y me gustaría que se viera esa parte. Después, que cada uno juzgue con conocimiento, no con prejuicios”. Lo cierto es que, con o sin motivos, ser influencer se ha convertido en una profesión muy observada, a la par que juzgada, pero la catalana reconoce serlo sin ningún tipo de problema, ya que “es la manera más sencilla de que la gente entienda mi trabajo. Eso sí, en mi caso lo vivo como un negocio muy serio: tengo un equipo, nóminas que pagar, horarios, oficinas, marcas a las que responder y un nivel de exigencia muy alto”.

Vestido corto en mikado con escote palabra de honor de PRONOVIAS; abrigo de pelo negro de MARÍA GOROF; sandalias de FERRAGAMO; y pendientes de MARINA GARCÍA.
En 2025 se cumplen quince años desde que Instagram irrumpió en nuestro día a día, transformando para siempre la manera de comunicarnos. No obstante, ella augura que “su forma actual está muy cerca de colapsar”. “Hay saturación, todo se parece demasiado. Llevo muchos años con la sensación de que esto, de algún modo, puede llegar a un fin”. Aun así, no le preocupa: “Tengo mis planes B y C funcionando desde hace tiempo”.
“Si a ser pija le llamas trabajar doce horas al día para construir lo que tienes, entonces, como diría mi madre, soy la más pija de España”
Y es que, durante trece de esos quince años, la prescriptora ha sido constante, pese a que a veces se confunda el hecho de que la moda sea una prioridad para ella con el haber nacido en una posición privilegiada. Tal y como manifiesta: “No es así. Nunca he sido millonaria, pero sí muy trabajadora. Vengo de una familia humilde, con valores muy sólidos y un enorme sentido del sacrificio. Nadie me ha regalado nada”. Y comenta: “Si a ser pija le llamas trabajar doce horas al día para construir lo que tienes, entonces, como diría mi madre, soy la más pija de España”.
Inspirada por Phoebe Philo, Olivia Palermo, Emma Watson, Naty Abascal… o, como no, por su figura materna, Carla Hinojosa confía en su intuición: “Siempre acierta”. El día de estas fotos solo le faltó enfundarse un traje, la prenda que le hace sentir verdaderamente cómoda, aunque nada sería igual sin la actitud. No faltó. Entre lo profesional y lo personal, orgullosa de haber encontrado a alguien que cree en ella, apoya y disfruta viéndola brillar, está viviendo su sueño: “Me siento la mujer más afortunada del mundo”. No hay duda de que todo sigue fluyendo y ella, al mismo tiempo, influyendo.













