La Navidad invita a detener el ritmo, retomar conversaciones abandonadas y elegir con cuidado aquello que llenará las copas en los momentos que importan. Este año, tres vinos muy distintos se convierten en apuestas seguras para alzar las copas con personalidad y estilo.

Pago de Torrosillo 2019: el Ribera que demuestra por qué una añada puede ser “Excelente”

Producido por Bodega Figuero, este vino procede de una parcela plantada en 1950, situada a 840 metros en La Horra. Su carácter nace de una climatología seca y de bayas pequeñas que concentran aromas y sabor. La fermentación en tinas de roble francés y una crianza de 18 meses en barrica nueva explican la finura, profundidad y elegancia de un vino del que apenas existen 4.500 botellas.

En nariz, despliega notas de cacao, fruta roja licorada, especias y brioche. En boca, combina la frescura del kirsch y la menta con tostados dulces y un fondo mineral que lo hace largo, sedoso y envolvente. Su versatilidad lo convierte en un aliado infalible para cordero asado, buey, foie o carnes rojas.

Un vino para abrir la cena y seguir bebiendo hasta el postre.

Pandemonium Blanco de Blancas 2020: un espumoso riojano que rompe las reglas

Fresco, vibrante y sorprendentemente elegante, Pandemonium Blanco de Blancas 2020 demuestra que La Rioja también puede elaborar espumosos con identidad propia. Nacido en las montañas del Alto Najerilla, a gran altitud y entre suelos arcillo-ferrosos, este vino elaborado por método tradicional revela el potencial de unos viñedos que miran al frío y a la historia.

Su crianza de casi tres años y medio sobre lías le otorga una cremosidad fina, burbuja persistente y una complejidad que combina tensión, frescura y armonía. Con una producción limitada y disponible solo en alta restauración, es un espumoso pensado para quienes buscan algo distinto.

Perfecto para mariscos, aves, setas, foie, quesos suaves o incluso postres cítricos donde su acidez aporta equilibrio y luz.

Héritage, de Laurent-Perrier: el arte de ensamblar el tiempo

Hablar de champagne es hablar de técnica, memoria y precisión. Y Héritage, la nueva creación de Laurent-Perrier, es la prueba de ello. Elaborado con 100% vinos de reserva, procedentes de 40 Crus (la mitad Grands Crus), este ensamblaje de Chardonnay y Pinot Noir reivindica la complejidad del estilo de la Maison.

Su envejecimiento de al menos cuatro años y su dosificación baja permiten un perfil elegante, puro y vivo. En nariz muestra notas de limón, melocotón blanco, almendras y pan tostado. En boca es equilibrado, preciso y sutil, con aromas de fruta blanca y un final de miel floral.

Un champagne perfecto para acompañar platos delicados, como hojaldre de setas, pastel de ave o rodaballo en salsa de champagne.

“Vamos a Norah, Norah” podría ser la versión actualizada de aquel clásico que Juan Gabriel popularizó en los años 80. Y no es para menos. En el castizo barrio de Chamberí ha abierto un local con ese mismo nombre que trae consigo el sol, los sabores y el ambiente del Mediterráneo, convirtiéndose rápidamente en el destino foodie de moda.

Por MARCO DE PABLOS

“Te escribo desde una mesa bañada por la luz dorada de la tarde. Aquí, donde la brisa huele a sal y a pan recién horneado…”. Así comienza una nota escrita en el reverso de una postal, cuya instantánea muestra el lugar en el que se concibió a una criatura que, gracias al tesón de sus artífices, se ha convertido en uno de los restaurantes más aclamados de Chamberí: Norah.

Hace 15 años, Natalia Dzidziguri llegó a Madrid desde Georgia con la ambición de comerse el mundo. No solo lo está logrando, sino que, con los dos restaurantes que atesora en la capital, todos quienes los visitamos también podemos hacerlo en sentido literal. “Me enamoré de Madrid. Es el mejor lugar para los hosteleros. Hay mucha gente a la que le gusta comer, beber bien y disfrutar de la buena vida”, comenta a esta cabecera. Primero fue Persimmon’s, un local que aúna lo mejor de la gastronomía georgiana con sabores mediterráneos y aromas de Oriente Medio. Tiempo después llegó el turno de Norah, que abrió sus puertas el pasado mes de septiembre. Pero para entender su esencia es necesario volver a aquella postal y, sobre todo, a la imagen que aparece en ella. También conviene saber que este proyecto nació de la complicidad de un grupo de amigos: Natalia, Téa, Grigo y Gio.

“Cuando desarrollamos el concepto del local estábamos pasando tiempo juntos. Nos fuimos de viaje a San Sebastián y a Biarritz”, recuerdan. Fue allí, en el pueblo costero del sur de Francia, concretamente en el Eden Rock Cafe —un pequeño bar junto a la playa de Port Vieux, con sillas amarillas dispuestas sobre grandes arbustos en un mirador que se asoma al mar y a las enormes rocas que lo enmarcan, justamente lo que se muestra en la misiva—, donde la inspiración apareció. Se sintieron atraídos por la filosofía de los Murphy, quienes sostenían que este enclave era el lugar ideal para disfrutar de la vida mediterránea: tomar sol, beber buen vino y saborear buena comida. En ese instante, nació Norah y lo hizo con un lema firme: Born in the Mediterranean.

Poco a poco, la idea fue tomando forma. “Pensamos bien la localización. Queríamos un lugar que dejara entrar mucha luz. No queríamos algo cerrado, ya que estamos hablando del Mediterráneo. Queríamos transmitir esa sensación. Fue difícil encontrarlo”, dice Natalia. Hasta que dieron con él.

El número 15 de la calle Monte Esquinza, una de las arterias más bulliciosas y artísticas de la capital en los últimos meses, se convirtió en la morada de este proyecto. Desde la calle, un gran ventanal deja vislumbrar el interior, amplio y cargado de sencillez y sofisticación. La luz entra con fuerza, rebotando sobre mesas de estampados y vetas variopintas —desde caobas intensos hasta mosaicos coloridos—, paredes en tonos beige y barras revestidas con azulejos en azul o rojo.

El estudio de Marcos Trueba fue el encargado de llevar a cabo este designio con una premisa clara: transmitir la sensación de estar en casa. “Queríamos que los clientes, al entrar, sintieran que vienen a tu propia casa; que se sientan como en su hogar”, comentan.

“Todo ha fluido tan bien gracias a la energía positiva que hay”, reconoce Natalia. Y no es para menos. Su eslogan, que aseguran haber “revivido”, lo dice todo. “Con él promovemos aún más la esencia mediterránea”, explican, y lo hacen siempre ajustándose a la realidad. “No hace falta decir lo que no hay. La comida española, por ejemplo, la paella o cualquier otro plato típico, es comida española. No se puede afirmar que sea mediterránea si no refleja todo lo que esta zona abarca, como ocurre en el caso de Norah. Es mejor ofrecer información correcta y transparente, y no decir lo que no hay solo para atraer clientes”.

Guiados por esa filosofía, el chef Eli Shtein, que ya había trabajado junto a Natalia, se hizo cargo del diseño del menú de Norah. Nacido en Tel Aviv, Eli cuenta con una larga trayectoria en hostelería. Allí tiene su propio restaurante y vivió los coletazos más duros de la pandemia, por lo que conoce tanto las virtudes como los desafíos del oficio. Sin embargo, tanto él como el resto del equipo defienden que “el miedo es cuando te paras y no lo haces. Cuando te gusta lo que haces, el miedo no existe”. Esa convicción lo dice todo.

La carta se compone de un sinfín de referencias a la cocina y cultura del sur de Europa. Todo resulta familiar, pero las combinaciones, las técnicas y el toque final lo hacen completamente distinto. “Aquí en Norah tenemos toda la línea del Mediterráneo, pero sabes lo que estás comiendo, aunque sea totalmente diferente. Es familiar, pero con un giro particular. Siempre respetando ingredientes, temporadas…”, argumenta Eli. Cada plato refleja la filosofía y esencia de esta corriente, sin centrarse en ciudades específicas, sino en su espíritu.

PAULA TROCAOLA

Para él, armar el menú no fue complicado: “Italia es el mejor lugar del mundo, todo romántico. En Grecia… también”, comenta, dejando claro que cada creación es una verdadera criatura de estas costas, cercana y reconocible, pero única en sabor y concepto. Desde su ensalada de cordero con tzatziki (salsa elaborada con yogur griego) y hierbas aromáticas, hasta el steak tartare acompañado de crackers de aceite de oliva o la sardina ahumada con tomate sobre pan brioche. También destacan sus pastas, tanto la aliñada con pecorino y pimienta, como la que combina calamar y tomate picante, y, por supuesto, su toque más dulce, con torrija o tarta de limón. Un verdadero delirio de sabores que transporta al comensal en un viaje exprés por todas las regiones que rodean al mar Mediterráneo… sin salir de Chamberí. Completa la experiencia la coctelera, a cargo de Julio de la Torre.

Su acogida ratifica su éxito. Las reservas para diciembre rozan el lleno total. Todos quieren ir a Norah o simplemente disfrutar de un buen rato junto a ella. Parejas, familias, oficinistas, artistas y, sobre todo, vecinos del barrio se dejan seducir por la propuesta. “Antes de abrir ya teníamos clientes”, reconocen. Gente a la que le gusta comer bien, que aprecia un buen ambiente y, sobre todo, que quiere disfrutar de un rato agradable y, por qué no, sentir por un instante la sensación de vivir en un eterno verano.

PAULA TROCAOLA

PAULA TROCAOLA

Habitar un iglú nunca había sido tan fácil ni reconfortante. BLESS Hotel Madrid vuelve a transformar su icónico rooftop en uno de los escenarios más espectaculares de la ciudad con la llegada del frío, ofreciendo un refugio único en pleno corazón de la capital.

Picos Pardos Winter Edition inaugura una nueva temporada de su propuesta más esperada: iglús privados que combinan la magia de las noches bajo las estrellas con la calidez de un refugio en lo alto de la montaña… o, mejor dicho, de los elevados edificios que rodean el skyline madrileño. Una experiencia original, elegante y para nada gélida, donde cada detalle está pensado para disfrutar del invierno sin renunciar al confort y al más puro estilo Aspen.

Après-ski sobre la ciudad

Convertidos ya en un icono de la temporada, los refugios climáticos de BLESS Hotel Madrid ofrecen un espacio bastante original en pleno Barrio de Salamanca. Cada cúpula, ambientada hasta el más mínimo detalle a base de mantas, cojines y hasta estufa, combina privacidad y confort con una atmósfera invernal, perfecta para disfrutar de comidas, cenas o atardeceres con vistas únicas. Un après-ski sin salir del asfalto capitalino.

Alrededor, la azotea se completa con una zona acristalada climatizada, un invernadero urbano que permite disfrutar de la misma propuesta gastronómica y de las vistas en un entorno amplio y luminoso, ideal para quienes buscan espacio sin perder la magia de la temporada.

Sabores de montaña: fondues de queso o chocolate y cócteles

La propuesta de Picos Pardos Winter Edition transporta al comensal a paisajes montañosos cubiertos de nieve, donde el invierno se disfruta en todo su esplendor. El menú combina fondues, tanto saladas como dulces, carnes en su punto exacto y platos de temporada, acompañados de cócteles de autor diseñados para complementar cada instante. Cada bocado invita a saborear la estación, cada sorbo envuelve los sentidos, en una experiencia donde lujo, intimidad y disfrute pausado se funden, nunca mejor dicho, para convertir cada comida en un momento memorable. Además, el espacio ofrece diferentes menús cerrados, pensados para grupos o celebraciones, garantizando una experiencia completa y adaptada a cada ocasión.

El plan imprescindible del invierno en Madrid

Picos Pardos Winter Edition es el must de la temporada en Madrid. Perfecto para visitarlo en las semanas previas a la Navidad o durante los días festivos, cada experiencia invita a disfrutar del momento, sumergirse en entornos únicos y celebrar el invierno con elegancia y exclusividad.

El espacio está abierto al público con los siguientes horarios: lunes y martes cerrado; miércoles y jueves de 17:00 a 00:00 h; viernes de 17:00 a 01:00 h; sábado de 13:00 a 01:00 h; y domingo de 13:00 a 00:00 h. Estos horarios permiten disfrutar de la experiencia tanto al atardecer como por la noche, adaptándose a diferentes planes y momentos de la temporada invernal.

La Máquina celebra su 43º aniversario ofreciendo una experiencia única que une historia, gastronomía y vino de excelencia. Su restaurante insignia, Puerta 57, se viste de gala con 43 añadas selectas de Alma Carraovejas, invitando a los comensales a un recorrido sensorial sin precedentes.

Un brindis que une tradición y pasión

La colaboración entre La Máquina y Alma Carraovejas rinde homenaje a más de cuatro décadas de trayectoria en la gastronomía y la viticultura españolas. Los vinos seleccionados, desde blancos frescos hasta tintos excepcionales, se combinan con la cocina de Puerta 57 para ofrecer un maridaje que celebra la esencia de ambas casas.

Voces que marcan historia

Javier Rueda, CEO de La Máquina, destaca: “Cada brindis, cada bocado, es un recordatorio del camino recorrido y de la pasión por lo que hacemos”. Por su parte, Pedro Ruiz Aragoneses, CEO de Alma Carraovejas, añade: “Celebrar el 43 aniversario del La Máquina con 43 añadas de los vinos de Alma Carraovejas, Pago de Carraovejas y Ossian en este caso, es un enorme orgullo para nosotros. Brindemos por muchos años más y por los clientes, que dan sentido a todo esto”.

43 añadas, un viaje sensorial

Entre las selecciones exclusivas se encuentran Pago de Carraovejas, El Anejón, Cuesta de las Liebres, Ossian y Capitel. Cada copa transporta al comensal a una historia de tradición, evolución y excelencia, y estará disponible únicamente en Puerta 57 hasta fin de existencias.

Una experiencia que trasciende el sabor

Más allá del vino y la gastronomía, esta propuesta es una celebración de la excelencia y del compromiso con la calidad. Los visitantes podrán disfrutar de un recorrido que combina historia, sabores únicos y un ambiente que convierte cada comida en un momento memorable.

Bodegas Emilio Moro invita a vivir el lujo de lo auténtico esta Navidad, una propuesta para celebrar los momentos que realmente importan rodeados de familia, amigos y, por supuesto, buen vino.

La esencia de la Navidad en cada brindis

Con más de un siglo de tradición familiar en la Ribera del Duero y El Bierzo, Bodegas Emilio Moro mantiene viva la esencia de cada añada: ser un punto de encuentro donde las personas puedan inspirarse, emocionarse y sentirse felices con una copa de vino en la mano. La Navidad es el momento ideal para compartir y recordar que el verdadero lujo nace de lo sencillo, de lo auténtico y de los momentos que permanecen en la memoria.

Compartir lo que realmente importa

La bodega recuerda que la Navidad no está en lo que envuelves, sino en lo que no quieres que termine: una mesa preparada con cariño, el aroma de las castañas, historias que se repiten sin cansar y brindis que celebran la autenticidad de cada instante. Este año, el vino de Emilio Moro no es protagonista, sino testigo del lujo de compartir emociones y recuerdos.

Experiencias enológicas únicas

Como cada año, la bodega celebró su tradicional comida de Navidad con prensa especializada, una experiencia que reivindica el lujo auténtico a través de la enología. La cata vertical de Malleolus, una de sus joyas, permitió recorrer las añadas 2022, 2018 y 2009, descubriendo cómo cada una refleja el carácter del viñedo, la madurez del fruto y la identidad de la familia Moro.

«Si hay algo que destaca en Navidad es el lujo de compartir. Un brindis, una historia o un abrazo. El vino acompaña, pero lo que realmente importa son los momentos», comenta Javier Moro, presidente de la bodega.

Elalba de Emilio Moro 2024: frescura y sofisticación

Elalba de Emilio Moro nació en 2022 como el primer rosado de la casa. Su coupage de Tempranillo y Albillo Mayor ofrece frescura, sutileza y complejidad, con aromas de frutas rojas, notas florales y un elegante toque mineral. Con su color rosa salmón pálido, es ideal para cenas navideñas, maridando con pescados, carnes blancas, pastas y arroces. PVR: 25,90€

La Revelía 2022: estructura y personalidad

Sutil, sugerente y complejo, La Revelía es el godello más especial de la bodega, con crianza sobre lías que aporta cuerpo y untuosidad. Sus matices de fruta madura y flores secas lo convierten en un vino protagonista para maridar con pescados o mariscos. PVR: 30,50€

Malleolus 2022: un clásico de la Ribera del Duero

La añada 2022 de Malleolus combina fruta negra, especias, vainilla y cacao con un fondo mineral que refleja el origen de la bodega. En boca, ofrece taninos firmes, acidez equilibrada y un final largo que confirma su energía y carácter histórico. Ideal con carnes a la brasa, caza o quesos curados. PVR: 38€

Un brindis por la Navidad y los recuerdos

Para Bodegas Emilio Moro, la Navidad es tiempo de compartir alrededor de la mesa, disfrutar rodeados de los nuestros y brindar por los recuerdos y los sueños que están por venir. Su propuesta combina tradición, innovación y el lujo de lo auténtico, convirtiendo cada encuentro en un momento inolvidable.

La Navidad es tiempo de celebrar, reunirse y brindar por lo vivido y lo que está por venir. Y suele hacerse alrededor de una mesa, compartiendo las mejores recetas y los mejores vinos. Es la época en la que cada brindis se convierte en una forma de agradecer y celebrar. En esos encuentros donde la emoción se mezcla con la tradición, los espumosos ocupan un lugar especial: son el reflejo de la alegría y de los nuevos comienzos.

En Bodegas Doña Felisa, cada vino se elabora con ese mismo espíritu, cuidando cada detalle y combinando tradición e innovación. Sus viñedos, enmarcados en el corazón de la Serranía de Ronda, se trabajan bajo criterios sostenibles y por un profundo respeto por el entorno. Esa dedicación da como resultado vinos de máxima calidad, sin perder autenticidad, y eso se percibe en cada una de sus referencias. En especial, en su espumoso Cloe Brut Nature, que se convierte en el vino ideal para brindar con estilo y que combina frescura y emoción en un momento del año en el que los encuentros giran en torno a la mesa, con familias y amigos.

Cloe Brut Nature, el espumoso para los momentos especiales

Cloe Brut Nature es la expresión más delicada de Bodega Doña Felisa y una de las joyas de la zona de Ronda. Elaborado mediante el método Champegnoise, con una crianza de 14 meses de rima —en la que el vino está en contacto con las lías—, este vino representa la elegancia, la frescura y el equilibrio. «El Brut Nature fue una apuesta muy personal ya que en la zona no se elaboran espumosos, ha sido el primero. Lo más arriesgado fue elegir la variedad que utilizamos, que no es típica para la elaboración de espumosos, cavas o champagne. Además, para mí es muy importante el día de vendimia, cosa nada fácil de decidir ya que tenemos que conseguir ese equilibrio entre la concentración de azúcar y la madurez fenólica», explica Julia Losantos, directora técnica y enóloga de la casa.

Visualmente, este vino presenta con matices dorados, brillante y una burbuja fina y persistente. En boca ofrece aromas a flores blancas, matices a levaduras y frutos secos y es limpio y fresco, con un carbónico bien integrado. Su equilibrio natural lo convierte en un espumoso versátil y sofisticado, ideal tanto para el aperitivo como para acompañar mariscos, sushi o frutos rojos con chocolate.

Una bodega con alma familiar que cuida cada detalle

Desde su fundación en 1999, Bodega Doña Felisa ha mantenido una filosofía basada en el respeto al entorno, la precisión técnica y la sostenibilidad. Con 50 hectáreas de viñedo propio y un modelo de producción de bajo rendimiento, la familia Losantos ha logrado posicionar sus vinos entre los más reconocidos de la Denominación de Origen Sierra de Málaga, un territorio de altitud y contrastes térmicos que imprime personalidad a cada variedad. La bodega combina tradición y tecnología, y cada fase del proceso —desde la poda hasta la vendimia manual— se realiza con un cuidado casi artesanal. Ese equilibrio entre innovación y respeto por el origen es lo que define el carácter de sus vinos: auténticos, elegantes y con alma rondeña.

El Barrio de Salamanca sumó anoche un nuevo punto de encuentro para los amantes de la gastronomía y el diseño. Nota Blu New Brasserie, el reconocido concepto del grupo marbellí Casanis Group, celebró su cena de apertura con Eva Longoria como madrina del evento y un elenco de invitados que reunió a figuras de la cultura, la moda y la empresa.

Una apertura con sello internacional

El proyecto marca la llegada a Madrid de una marca que ha consolidado su prestigio en Marbella y recientemente en Doha, dentro del Four Seasons Hotel. Con esta inauguración, Casanis Group continúa su expansión apostando por una fórmula que combina alta cocina mediterránea con inspiración francesa, en espacios de diseño y ambiente cosmopolita.

Una noche de referentes y gastronomía

El nuevo local de Claudio Coello 10 fue escenario de un encuentro que reunió a Vicky Martín Berrocal, Mar Saura, María Bravo, Amaury Nolasco, Ilia Topuria y Andrés Velencoso, entre otros nombres reconocidos. Los asistentes disfrutaron de un menú creado por el chef ejecutivo Fabián Cangas, que reinterpretó clásicos mediterráneos con un enfoque contemporáneo.

El apoyo de Eva Longoria a Zazou Belounis

La actriz y productora estadounidense mantiene una amistad de larga trayectoria con Zazou Belounis, fundador y CEO de Casanis Group. Durante la velada, Longoria quiso acompañarlo en este nuevo proyecto del grupo en España, destacando su visión y constancia en un sector cada vez más competitivo.

“Estoy muy feliz de estar aquí esta noche para apoyar a Zazou, un gran amigo y un verdadero visionario. Nota Blu New Brasserie es el reflejo de su pasión, su energía y su manera única de entender la hospitalidad”, señaló la actriz durante su intervención.

Casanis Group refuerza su presencia en España

Con la apertura de Nota Blu New Brasserie Madrid, el grupo consolida su presencia nacional y amplía su proyección internacional. Su apuesta por espacios de alta gastronomía con identidad propia confirma la ambición de Casanis por convertir su sello en una referencia de hospitalidad contemporánea.

Madrid se vistió de gala para brindar por los cien años de historia de la Denominación de Origen Calificada Rioja. En el icónico escenario de los Cines Callao, la DOCa Rioja reunió a más de 250 invitados en una velada que combinó elegancia, cultura, gastronomía y vino en estado puro. Una celebración que rindió homenaje al legado de la primera Denominación de Origen de España, nacida en 1925, y que hoy sigue marcando el camino del vino español en el mundo.

Un centenario con sabor a historia y futuro

La presidenta del Consejo Regulador, Raquel Pérez Cuevas, junto al vicepresidente Fernando Ezquerro Cuevas y el director general Pablo Franco Sarria, encabezaron un evento que simbolizó el orgullo de una tierra con más de 13.000 viticultores y 600 bodegas.

Desde su reconocimiento oficial en 1925, la DOCa Rioja ha sido referente de calidad, innovación y origen, con presencia en 136 países y una proyección internacional que continúa creciendo.

Cines Callao, convertido en una cava riojana

El emblemático espacio madrileño se transformó por completo para la ocasión. Los asistentes disfrutaron de una instalación escenográfica inmersiva que recreó una cava, con más de 200 botellas seleccionadas de las distintas bodegas de la Denominación. En el exterior, la Gran Vía se iluminó con proyecciones en pantalla gigante que mostraban la belleza y diversidad del territorio riojano, atrayendo la atención de cientos de curiosos.

Glamour, vino y gastronomía estelar

Bajo la maestría de Nieves Álvarez como presentadora, la gala contó con la presencia de personalidades como Tamara Falcó e Íñigo Onieva, Miriam Giovanelli, Nuria González o Daniel Muriel, entre otros rostros conocidos del panorama social y cultural español.

La experiencia sensorial se completó con la propuesta gastronómica de los hermanos Echapresto, chefs con dos estrellas Michelin en su restaurante Venta Moncalvillo (La Rioja). Su menú reinterpretó los sabores tradicionales riojanos, maridados con una selección de vinos emblemáticos como Hacienda El Ternero blanco 2024, Ilurce rosado 2024, Coto de Imaz tinto reserva 2021, Óscar Tobía gran reserva 2016 y el espumoso Lumen 2020.

Brindis por un siglo de excelencia

El evento culminó con el brindis del Vino Conmemorativo del Centenario, un Gran Reserva 2019, entregado como obsequio a los asistentes. La noche cerró con un espectáculo musical a cargo del DJ Aldo Comas, que puso ritmo y emoción a una velada para recordar.

El Centenario de Rioja no solo celebró cien años de historia, sino la fuerza de un legado que sigue inspirando al mundo desde su origen, mirando al futuro con la misma pasión con la que comenzó su viaje hace un siglo.

Ubicado en el número 7 de la calle Orfila, Brazza promete convertirse en uno de los templos gastronómicos más comentados de la capital. Es la primera aventura europea del chef argentino Franco Malacisa, un nombre de culto en Buenos Aires que, junto a su hijo Donato, presenta en Madrid una propuesta de cocina emocional, libre y profundamente personal, donde las brasas son el hilo conductor de cada plato.

Franco Malacisa y su cocina sin fronteras

Con más de treinta años de trayectoria, Franco Malacisa ha recorrido medio mundo antes de aterrizar en España. Su historia es la de un cocinero inquieto, que se formó entre Buenos Aires, Cinque Terre, Gales, Escocia, París o Moscú, y que hoy plasma en cada creación una mezcla de técnica, emoción y recuerdos familiares.

Inspirado por su abuela toscana, Malacisa afirma que “cocina como sus abuelas, solo que de forma profesional”. Esa herencia y su espíritu viajero dan forma a un estilo propio donde el fuego es tanto herramienta como lenguaje.

Una dupla familiar con sello argentino

Brazza es también una historia de familia. Donato, su hijo de 25 años, dirige el restaurante y comparte con Franco cada servicio, formando una pareja culinaria inseparable. A ellos se suma Eddy Espín, con experiencia en el Grupo La Ancha, al frente de la sala, garantizando que cada visita se viva como una experiencia sensorial completa.

Un viaje de sabores por medio mundo

La carta de Brazza cambia cada semana, movida por el impulso creativo del chef. En ella se mezclan influencias del Mediterráneo, Sudamérica y Europa del Este en platos donde cada ingrediente se exprime al máximo.
Entre los entrantes destacan el paté de campo casero con tostadas a la brasa, el falafel con tahina y labneh, o unas mollejas con crème fraîche de chimichurri que resumen la esencia del restaurante: intensidad, libertad y sabor.

El fuego como protagonista

En Brazza, todo pasa por las brasas. Desde los portobellos con emulsión de patata trufada o el pulpo a la brasa con patatas baby hasta los grandes cortes de carne argentina y europea: entraña, ojo de bife, cuadril o chuletón, entre otros.

También hay espacio para pescados como el atún rojo con mango y soja o el salmón rosado con espárragos y salsa teriyaki. Las guarniciones, como los espárragos trigueros o el boniato a la chapa con crema agria, completan la experiencia.

El dulce final: clásicos con carácter

La propuesta de postres rinde homenaje a los sabores argentinos con el queso y dulce, la chocotorta o el panqueque de dulce de leche. A ellos se suman opciones internacionales como la pavlova con frutos rojos o la tarta de queso con salsa de frutos rojos, perfectas para cerrar el festín.

Vinos y cócteles con historia

La bodega de Brazza es un viaje líquido: predominan los vinos españoles de pequeñas parcelas, con guiños a Francia y Argentina. Además, su carta de cócteles rescata clásicos reinterpretados con el sello de Malacisa, completando una propuesta pensada para disfrutar sin prisas.

Con su mezcla de autenticidad, carácter y emoción, Brazza se posiciona como una de las aperturas más esperadas del año. Una cocina que no busca etiquetas, sino despertar sensaciones.

Fotografía OCTAVIAN CRACIUN
Texto MARCO DE PABLOS

El callejero de cualquier metrópolis del mundo, además de orientar, a veces también puede inspirar. Basta con pasear por el madrileño barrio de Las Letras para comprobarlo en primera persona. A pocos metros de ese enclave se encuentra uno de los hotspots más vibrantes y codiciados de la capital, pero para comprender su origen, hay que remontarse a otra ciudad. Una con un ritmo mucho más sosegado, con olor a sal y alma mediterránea. En la calle del Médico Manero Mollá, en Alicante, nació hace años una idea destinada a trascender su esquina. Entre la memoria y el nombre de un facultativo que enfrentó una pandemia y la intuición de dos empresarios adelantados a su tiempo, surgió Manero, un restaurante que hoy redefine el lujo español.

“Manero es un concepto de lujo marca España. Es el lugar donde la música, la comida, la bebida y el interiorismo se encuentran en un ambiente de diversión y placer, generando de forma natural un epicureísmo contemporáneo”, señala Carlos Bosch, quien, junto a Raquel Giménez, está al frente de este espacio, capaz de hacer converger los cinco sentidos nada más atravesar el dintel de su puerta. Para ella, “es la expresión del buen vivir mediterráneo con una sofisticación atemporal. Es ese espacio donde te sientes especial, donde todo está pensado para que disfrutes, pero sin perder la calidez que nos define como españoles”. Ambos conforman no solo la mejor dupla en lo empresarial, sino también en lo personal, y, como tal, saben de lo que hablan. Lo han construido desde sus cimientos.

En 2008, mientras una crisis económica azotaba el país, Carlos abrió El Portal en su “terreta” natal, que fue reconocido durante varios años como el mejor bar de España por la crítica especializada. “Allí creamos una categoría nueva en el mundo de los bares españoles”, recuerda. Tras una década desarrollando ese concepto, vio la oportunidad de crear algo escalable, capaz de representar el lujo de la gastronomía y la hostelería española en un formato que pudiera viajar. Así, en diciembre de 2017, Manero entra en escena con un local ubicado en la vía inicialmente citada.

“Yo me uní al proyecto desde el principio”, recuerda Raquel, y añade: “Carlos y yo realizamos un trabajo de investigación intenso, viajamos por los locales más interesantes de Europa para conceptualizar una marca de lujo española con identidad propia. Mi formación es en comercio internacional, pero gran parte de mi vida la he dedicado a la moda, creando mi propia marca de complementos. Esa sensibilidad por el diseño y la estética fue clave para dar forma a lo que Manero es hoy”.

“La evolución ha sido increíble”, coinciden. En marzo de 2021 inauguraron Manero Claudio Coello, en Madrid, justo cuando comenzó la pandemia. Un año después, en marzo de 2022, llegó Manero Balmis, también en Alicante, un concepto de bar con terraza. En septiembre de 2024 abrieron su “espacio más ambicioso hasta la fecha”, Manero Marqués de Cubas, donde nos encontramos, que combina bar, bistró y club de copas con música. Finalmente, el pasado mes de julio, Campari Bar Manero aterrizó en el Hotel Don Carlos de Marbella. “Cada apertura nos ha enseñado algo nuevo”, concluye Carlos. “Hemos ido refinando el concepto, escuchando a nuestros clientes, pero siempre manteniéndonos fieles a ese espíritu de autenticidad con sofisticación”.

Cuando se les pregunta por su mayor desafío, son contundentes: “Mantener la esencia y el estándar de calidad en cada local. Cuando creces, la tentación es replicar exactamente lo mismo, pero eso no funciona. Madrid es exigente, rápida y cosmopolita. Marbella tiene ese aire internacional pero más relajado, más veraniego. Alicante es nuestra casa, nuestras raíces”. Además, matizan: “La elección de estas ciudades no fue casual. Alicante surgió de manera natural, porque es donde nacimos. Madrid era inevitable si queríamos demostrar que podíamos competir al más alto nivel, mientras que Marbella representa ese lujo mediterráneo internacional que encaja perfectamente con nuestra propuesta”. “Todas estas ciudades tienen algo en común: un público que valora la buena vida, que entiende de gastronomía y que busca experiencias. No buscábamos simplemente crecer por crecer. Queríamos lugares donde Manero tuviera sentido, donde pudiera aportar algo único”, añade Raquel.

Y es que en estos locales nada está ahí por azar. “Son bares como si hubiesen sido creados hace 100 años, de estilos dispares, desde Art Decó hasta neoclásico, y siempre con mucha intervención artística”, explica Raquel. Carlos precisa: “Nos gusta contar historias con los espacios. Queremos que la gente se sienta como en su mejor casa”. Esa narrativa visual convierte cada visita a Manero en algo más que una cena o una copa. Hasta los baños tienen su aquel, con chistes de Chiquito de la Calzada sonando a todo trapo, porque el humor no está exento de formar parte del lujo.

“Buscamos espacios que tengan potencial para contar una historia, para crear una experiencia memorable”, señala Carlos, mientras Raquel apostilla: “Y también miramos el entorno arquitectónico. Nos gustan los edificios con historia, con carácter. Espacios que nos permitan intervenir y crear algo único. No queremos estar en cualquier sitio; queremos estar donde podamos hacer algo especial. Cada Manero tiene una identidad distinta. No hay ninguno que se parezca a otro. Pero todo el mundo sabe que son Manero. Eso es muy difícil de conseguir”. Para ello, cuentan con la ayuda de uno de los mejores: Lázaro Rosa-Violán, con quien colaboran, y a partir de ahí trabajan en equipo. “Viajamos constantemente, compramos piezas únicas, buscamos ese equilibrio entre elegancia y calidez. No queremos espacios fríos”, concluye Carlos.

En el mundo de Bosch y Giménez, la experiencia del cliente es sagrada. “Puedes tener el mejor producto del mundo, pero si el cliente no se siente bien, no vuelve”. Por ello, la calidad de sus propuestas, la atención personalizada y un entorno distintivo constituyen los tres pilares fundamentales de su ADN.

El grupo GastroPortal, matriz de Manero, cuenta ya con más de 300 empleados —200 de ellos en dicho establecimientos— y ha implementado un modelo laboral que rompe con los clichés del sector. Sueldos por encima del mercado, horarios estables, incentivos que pueden elevar el salario hasta un 40% y una cultura de respeto mutuo. “Manero es familia. El equipo, los proveedores, los clientes habituales… todos somos parte de lo mismo”, dice Raquel.

Esa visión humana, combinada con un sentido estético impecable, ha convertido a Manero en una de las marcas más reconocidas del país, con numerosas distinciones a sus espaldas. Pero, más allá de los galardones, la verdadera validación llega de quienes llenan sus mesas noche tras noche, “la mejor publicidad”, según Raquel.

“La competencia te obliga a mejorar, pero nosotros no nos obsesionamos con ella. Nos obsesionamos con hacer las cosas bien”

Desde hace unos años, la ciudad del kilómetro 0 ha visto cómo se multiplicaban día tras día las aperturas de locales gastronómicos, ofreciendo un abanico enorme de posibilidades y propuestas. “No intentamos competir copiando. Hacemos lo nuestro, con nuestra identidad. Nos diferenciamos por la coherencia: lo que prometemos, lo cumplimos. Y por la pasión”, dice Raquel. Carlos asiente: “La competencia te obliga a mejorar, pero nosotros no nos obsesionamos con ella. Nos obsesionamos con hacer las cosas bien”.

Esa manera, nunca mejor dicho, de entender un sector se refleja en cada detalle de su oferta culinaria. Y es que, como bien dice Raquel: “Los clásicos son nuestra base”. Entre sus platos estrella destacan el bocata de calamares, el pepito de ternera, los sazones, los ibéricos o los bikinis, junto a creaciones icónicas propias de su Caviar Bar, que Carlos describe como “todo un desarrollo de bocados”. La coctelería, al igual que los vinos, juega un papel fundamental en la experiencia Manero. “Hemos desarrollado durante estos años un control de unos 50 vinos propios de diferentes zonas de España: blancos, tintos, rosados, hasta vinos naturales, cava y champán. Tenemos la única marca registrada en champán española y desarrollamos nuestros propios ensamblajes”, explican.

Otra de sus novedades es el concepto del Campari Bar, que, como cuenta Bosch, es una idea creada por ellos mismos y “no se trata de ningún patrocinio”, sino de un espacio que fusiona la cultura italiana del aperitivo —con los célebres spritz y negroni— con la esencia del universo que han construido. “Es una barra especial que da valor a dos marcas de lujo en una experiencia más amplia y selecta”, añade.

Con el paso del tiempo, esa coherencia les ha permitido crecer sin perder el rumbo. “Hemos tenido mucha suerte. No creo que nos hayamos equivocado mucho —reflexiona Carlos—. Hemos cometido pequeños errores, sí, pero nos han ayudado a avanzar constantemente, a perfeccionar nuestra oferta. Más que grandes fallos, lo que hemos tenido es una evolución constante: un acierto continuo en la búsqueda de la calidad y el servicio”.

El futuro de Manero se expande sin prisa, pero con ambición. Portugal y Francia asoman en el horizonte, y nuevos conceptos —Manero Café, una tienda delicatessen con servicio de bar;  y Casa Manero, un hotel boutique — prometen ampliar ese universo donde gastronomía, diseño y cultura se funden en un mismo relato.

 “Me gustaría que, cuando alguien piense en disfrutar de la vida, celebrar algo especial o simplemente quiera darse un capricho, piense en Manero”, apunta Carlos, y completa: “Que seamos sinónimo de buen vivir. Y que hayamos logrado expandir ese concepto más allá de España, demostrando que el lujo español tiene su propia identidad, su propia voz.”

De momento, lo están haciendo. Lo que comenzó en una calle de Alicante se ha convertido en una filosofía que trasciende la hostelería, un estilo de vida donde cada detalle importa y cada experiencia cuenta. Un lugar para disfrutar y para recordar. Lo saben, por eso, sentencian: “Si no amas lo que haces, se nota. Y nosotros amamos esto profundamente”.