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El lujo más salvaje del mar vuelve a las mesas del Grupo La Máquina. Desde el 8 de octubre y hasta agotar existencias, los restaurantes del grupo celebran la Jornada del Percebe Gallego Terciado, un tributo al producto, al oficio y al sabor más puro del Atlántico.

Un viaje directo desde las costas gallegas

Recolectados a mano por percebeiros gallegos en los acantilados más bravos del Atlántico, los percebes llegan a Madrid y Málaga para convertirse en los protagonistas absolutos de esta cita. Cada pieza encierra una historia de valentía, tradición y respeto por el mar.

Su textura firme, sabor salino y aroma a océano resumen la esencia de Galicia en un solo bocado: pura naturaleza servida en la mesa.

Una experiencia gastronómica exclusiva

Durante estas semanas, todos los establecimientos del grupo —La Máquina Jorge Juan, Caleido, Original, Chamberí, La Moraleja, Casa Narcisa, Casa Nemesio, El Jardín de La Máquina, La Parrilla, Puerta 57 y el recién inaugurado La Máquina Málaga— incorporan a su carta una selección limitada de percebes terciados, capturados en pequeñas cantidades y ofrecidos a un precio especial de 13 €/100 g (IVA incluido).

Una propuesta que refuerza la apuesta de La Máquina por la excelencia del producto, la tradición y la autenticidad.

Un homenaje al mar y a sus héroes

“Traer el percebe gallego auténtico a nuestras mesas es una forma de celebrar el mar y a sus héroes”, señalan desde la dirección del grupo. Desde 1982, La Máquina ha convertido la calidad, la tradición bien entendida y la hospitalidad en su sello distintivo. Cuatro décadas después, sigue siendo un referente gastronómico que honra el origen y el oficio.

Un lujo efímero: solo hasta agotar existencias

La Jornada del Percebe Gallego estará disponible hasta fin de existencias, dependiendo de las mareas y del caprichoso Atlántico. Una cita imprescindible para los amantes del producto y una excusa perfecta para saborear el mar en su estado más puro, sin salir de Madrid ni de Málaga.

Tras la vuelta de las vacaciones, Madrid vuelve a hervir de gente y los planes comienzan a multiplicarse como la espuma. La Latina, uno de los barrios más castizos y vibrantes de la capital, se convierte de nuevo en epicentro del tapeo, las sobremesas largas y las noches que se alargan entre copas. En plena Cava Alta, abrió sus puertas en 2023 Barmitón, que no pretendía ser más que un buen bar: sin reservas, con una propuesta líquida bien afinada y en sintonía con el espíritu del barrio.

Pero pronto algo cambió. Quienes se acercaban a por un cóctel o un vermú acababan quedándose a cenar y queriendo reservar mesa para el fin de semana siguiente. «Venían por la bebida, volvían por la comida», resumen sus artífices, Pablo Sánchez y Lalo Zarcero, cocineros y responsables también de Marmitón, a pocas manzanas. Y es que detrás del ambiente distendido, del servicio relajado y de esa estética informal, había cocina de verdad.

Cocina creativa en clave informal

Dos años después, el que nació como el hermano pequeño de Marmitón se ha hecho grande, independiente y con una personalidad bien definida. Lo que pretendía ser un sitio de paso se ha consolidado como un destino gastronómico por derecho propio, con una clientela fiel entre vecinos del barrio, foodies y amantes del vino bien elegido que acuden de todo Madrid. El espacio conserva su alma tabernera —barra viva, sala y servicio sin rigideces, mesas desnudas, vajilla casual y un ticket medio ajustado—, pero ha evolucionado de forma orgánica hacia una cocina más sofisticada sin dejar de ser cercana. Técnica sin afectación, estética sin artificios y, sobre todo, sabor. Mucho sabor.

Donde antes predominaban los emplatados sencillos y el ritmo ágil, ahora se proponen platos con múltiples matices, contrastes de texturas, sabores profundos, elaboraciones cuidadas y técnicas variadas —encurtidos, fermentaciones, salsas y fondos complejos—, todo envuelto en una estética cuidada, pero sin excesos. Una cocina reconocible pero única, sello de identidad de Pablo y Lalo. La rotación también es parte del ADN de Barmitón: el formato flexible permite incorporar novedades de forma constante y mantener una carta viva, siempre apetecible y siempre capaz de sorprender.

Una carta viva y llena de contrastes

En Barmitón, la propuesta se organiza en cinco bloques: aperitivos, entrantes, pescados, carnes y postres, con buen equilibrio entre verduras y proteínas, aunque es en los entrantes vegetales donde Pablo y Lalo se muestran especialmente libres y creativos.

Reinterpretaciones con sello propio

Entre las novedades de temporada, destacan su reinterpretación de la Gilda madrileña, convertida en una tosta crujiente, potente y umami, con crema de aceituna, anchoa y piparra frita; la flor de alcachofa confitada y frita con pesto rojo de chipotle ahumado y almendra crujiente con parmesano; la seta de cardo coreano salteada, con emulsión de boletus, trufa y cebolleta china —un plato lleno de contrastes, intenso y sabroso—; o el canelón de berenjena asada y queso San Simón, con salsas de curry vadouvan, berenjena encurtida y almendra garrapiñada, uno de los más demandados por los comensales. También aquí cabe mencionar las croquetas, siempre vegetarianas, de masa untuosa y rebozado crujiente. Cambian según la temporada y ahora llegan con un delicado relleno de calabacín y curry verde.

Del mar a la tierra

Asimismo, incluye otros platos frescos y golosos como el brioche con guacamole, peperoncino y gamba cristal; la corvina con salsa meunière y apionabo en texturas o el sashimi de lubina Aquanaria con leche de tigre, cacahuete y guayaba. La cocina del aprovechamiento se hace presente en un homenaje al desaparecido La Candela Restó: un bacalao con todas sus partes —lomo, callos, huevas, piel— que es un verdadero alegato a la sostenibilidad. Y entre las opciones carnívoras destacan ahora las carrilleras al vermú con crema de coliflor y encurtido o el Paquito de cordero, con pan de pita relleno de birria, crema agria y encurtidos.

Nuevo menú con los clásicos

A pesar de su constante evolución, hay platos que se mantienen desde sus orígenes por petición popular: la ostra Daniel Sorlut con granizado de yuzu y piel de naranja —cítrica y muy refrescante—; el steak tartar con kimchi casero sobre crujiente de avena —un bocado potente, de sabor profundo y textura crujiente—; el puerro en papillote con holandesa gratinada y trufa; la merluza con pilpil de salsa verde; el milhojas de rabo de res y zanahoria; y su ya icónica tarta cremosa de chocolate negro. Todos ellos —a excepción de la ostra— forman parte del nuevo menú degustación de Barmitón, el ‘Menú Clásicos’ (35 €), una manera redonda de probar la esencia de la casa.

La carta de vinos: alma del bar

Si algo mantiene vivo el espíritu funcional de Barmitón es su oferta líquida. El vino, como desde el primer día, sigue ocupando un lugar central tanto en la propuesta como en la sala, presidida por una cava acristalada que forma parte del mobiliario. En ella se alojan más de 80 referencias cuidadosamente escogidas con un enfoque claro, nada de etiquetas previsibles, aquí se apuesta por lo desconocido, lo valiente, lo auténtico, lo que no suele estar en otras cartas de vinos.

La selección incluye vinos de mínima intervención —con una pequeña pero significativa presencia de vinos naturales—, proyectos emergentes, producciones limitadas y pequeños productores que están revolucionando el viñedo español con criterio y alma. También hay representación de todas las regiones vinícolas del país, con especial atención a espumosos, generosos y dulces. Y como en la cocina, la rotación constante es parte del juego: Barmitón es un lugar para descubrir, probar y, por supuesto, repetir.

En un barrio donde el vermú es religión, Barmitón ofrece además uno de elaboración propia, así como una buena variedad de cervezas y una carta de coctelería clásica que incluye desde Negroni hasta Pisco Sour Spicy, pasando por creaciones propias como el Bloody Barmitón, reinterpretación del clásico con personalidad castiza.

Es uno de los artistas figurativos más codiciados internacionalmente. Su nueva exposición en el Museo Lázaro Galdiano trazará paralelismos entre sus lienzos de gran formato y las obras de grandes maestros de la colección del museo, como Francisco de Goya. Se trata también de un alegato a favor de la pintura, que podrá visitarse desde finales de septiembre hasta finales de noviembre en la casa-palacio que alberga el museo, en diálogo con las piezas de su colección permanente.

Una figuración no convencional

“La mía es una figuración no convencional. Quiero que parezca nueva, generar una atmósfera”, afirma Navarro, decidido a devolver a la pintura su papel protagonista en el arte. Su estilo, más próximo a la figuración del centro y norte de Europa que a la de España, bebe de influencias como Michaël Borremans o Neo Rauch, fusionando lo onírico con lo cotidiano.

Sus obras han viajado por Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Suiza, Japón o China, y se han exhibido en instituciones como el Museo de la Ciudad de Querétaro o el Quan Shanshi Art Centre en China. Sin embargo, esta muestra marca un hito: es su primera exposición institucional en España, inaugurándose el 25 de septiembre.

Ecos del Siglo de Oro y de Berlanga

En lo que respecta a la técnica, sin embargo, Navarro mira hacia su tierra y se acerca a los grandes maestros de la pintura del Siglo de Oro español. En una ocasión afirmó que, si tuviera una máquina del tiempo, la utilizaría para ir a ver a Velázquez pintar. Se inspira en estos artistas, sobre todo, en su paleta cromática reducida y en los fondos de sus composiciones, a las que añade después elementos desconcertantes inspirados en el cine y en su director fetiche, Luis Berlanga.

“Me gusta ese sentido de la ironía suyo, con sus películas nunca sabes si viene o va”, apunta Navarro. Con todo ello, genera piezas oníricas con atmósferas en las que la belleza convive con el sentido del humor y con cierto aire de melancolía.

El discípulo contemporáneo de Goya

Si hay un maestro español con el que la obra de Navarro tiene conexiones no solo temáticas y formales, sino también sentimentales, ese es Francisco de Goya. Navarro se acercó por primera vez a su figura siendo niño, cuando pudo observar de cerca cómo su madre (restauradora en el Museo del Prado) intervenía obras del pintor aragonés. Fue allí, también, donde se forjó el deseo de ser pintor.

Es precisamente Goya quien ejerce de nexo entre las piezas del Museo Lázaro Galdiano y la obra de Íñigo Navarro. La muestra Ayer pisó tu sombra un tigre contará con el grabado de Goya Modo de volar, que pertenece a la colección del propio museo. En él se retrata a un hombre equipado con un extraño artefacto alado que, pese a su precariedad, parece funcionar. Ese deseo de realizar algo imposible funciona como el hilo conductor de una muestra que se propone una finalidad igualmente complicada: devolver a la pintura figurativa su relevancia institucional.

En una época en la que, además, este tipo de obras suelen enfocarse hacia otros lenguajes como lo pop, la animación, el arte urbano o lo relacionado con el mundo digital y la estética del videojuego, Navarro opta por una figuración más realista, más clásica quizá, sin renunciar por ello a esos elementos sorprendentes que rompen los esquemas del espectador.

Escenas que rompen las reglas

Carreras de galgos gigantes, vuelos sin motor sobre aguas cristalinas, disputas por balones rojos o figuras enmascaradas: la exposición ofrece un viaje a una figuración realista que se atreve con lo inesperado. Entre las piezas destaca una escultura en madera policromada y bronce de una joven a punto de levitar, vestida por el diseñador Marcos Luengo en colaboración con el propio pintor. La tradición y la innovación, el arte y el tiempo, todo en una experiencia que promete ser inolvidable gracias a Íñigo Navarro.

Pilar y Eduardo Cosentino, los anfitriones.
Por MARCO DE PABLOS
Fotografía ÁNGEL VINUESA

Ocho años. Ocho familias. Ocho formas de habitar la arquitectura. Desde la azotea del emblemático edificio que ocupa Cosentino City Madrid, cuyas puertas se abrieron por primera vez en 2017, celebramos algo más que arquitectura: celebramos la transmisión de una herencia convertida en pasión. Bajo la atenta mirada de un cielo que ha visto crecer la ciudad, y con ésta como testigo, se cruzaron generaciones, ideas y formas de entender una misma profesión.

Hace ocho años, la principal arteria de la capital daba la bienvenida a un nuevo vecino. Procedente de Almería, Cosentino llegaba a la gran urbe para establecerse en uno de los tramos más vibrantes de los más de seis kilómetros que conforman el Paseo de la Castellana. El número 116 de esta emblemática vía es hoy un punto de encuentro —y también de partida— para interioristas, arquitectos, profesionales del diseño y particulares que buscan, y rara vez no encuentran, los mejores materiales para dar forma y vida a los proyectos más ambiciosos que se les confían.

Prácticamente una década después el gran coloso sigue en pie, coronado por un imponente letrero en la parte superior del edificio y firme en su base, donde late con fuerza e inspira en cada visita, muestra y evento —esos que esta cabecera conoce muy bien. A lo largo de estos años, innumerables estudios han cruzado el umbral de su puerta acristalada, dando pie a este reportaje: ocho generaciones del interiorismo y arquitectura. Algunas de las mejores figuras del panorama nacional se reúnen bajo el cielo de Madrid y la insignia de Cosentino, que, durante todo este tiempo, los ha visto crecer.

La meteorología acompaña y el azul domina sobre las cabezas de los asistentes, que giran 360 grados, aprovechando la privilegiada panorámica que ofrece este enclave. Desde allí, Madrid se despliega en todas direcciones: desde la Torre Picasso hasta la sierra de Guadarrama; el estadio Santiago Bernabéu mediante, encargado de aportar un valor único a la estampa de los López-Chicheri, los primeros en llegar.

De izq. a der.: Miriam Klingenberg, Tristán López-Chicheri y Carlota López-Chicheri.

Tristán, quien lidera L35 Architects, estuvo flanqueado por su esposa, Miriam Klingenberg, y su hija Carlota. Juntos representan un núcleo familiar y profesional al frente de uno de los estudios de mayor envergadura y proyección del país. La firma encarna una combinación de experiencia y visión, reflejada en proyectos de gran escala e impacto. No es casualidad que una de sus obras más aclamadas sea la renovación del feudo del Real Madrid, un símbolo del legado arquitectónico que están dejando no sólo en la capital, sino en todo el país —entre sus proyectos más recientes, también se encuentra la transformación del estadio de la UD Las Palmas en Gran Canaria. En palabras del propio Tristán: “En Cosentino puedes ver, tocar, buscar todo lo que quieras y con una atención estupenda. Y, además, al lado del Bernabéu… ¿qué más se puede pedir?”.

De izq. a der.: Paty Pombo, Patricia Suárez y Alejandra Pombo.

Las siguientes en acudir a la llamada fueron Alejandra y Paty Pombo, acompañadas por su madre, Patricia Suárez, todas con una inconfundible media melena rubia y ondulada que refleja su estilo distintivo. Ambas comparten no solo el apellido, sino también una profunda pasión por el interiorismo. Aunque han seguido caminos profesionales distintos, tanto la una como la otra, se han consolidado en el sector con proyectos muy personales y de gran proyección. Alejandra ha dejado huella en algunos de los espacios gastronómicos más icónicos, mientras que Paty ha apostado por un enfoque más boutique, con propuestas que destacan por su elegancia y sensibilidad estética. Su vínculo con esta  firma de superficies, a las que consideran “una prolongación de sus estudios”, refleja la gran relación que ha crecido a lo largo de los años, llegando a considerarlos “una doble familia”.

Desde Córdoba, aunque también con sede en Madrid, llega COMAD Arquitectos, un estudio liderado por Beatriz y Teresa Enríquez. Tres voces —pues la tercera la conforma su padre y maestro—, un mismo pulso creativo que entiende la arquitectura desde la colaboración, la continuidad y una visión compartida. En su trabajo, la forma y el fondo se conjugan con naturalidad, algo que queda reflejado en cada una de las instantáneas tomadas. Para ellas, Cosentino representa el “diseño puro”. Coinciden con los Touza, el estudio formado por Julio Touza Rodríguez y su hijo, Julio Touza Sacristán; padre e hijo que comparten, además de nombre, profesión y una manera de entender la arquitectura como herramienta para construir ciudad. Su propuesta combina visión, oficio y carácter, en un legado que no se repite, sino que se reinventa con cada generación.

Beatriz y Teresa Enríquez, de COMAD Arquitectos, junto a su padre y mentor.

Julio Touza, padre e hijo.

La familia Rubio-Carvajal también está presente. Cinco varones, capitaneados por Carlos, acuden en representación de una saga donde la arquitectura se entrelaza con el arte, la historia y el urbanismo. Su trayectoria abarca desde los trazos más clásicos hasta enfoques contemporáneos, con una presencia constante en estudios, museos y desarrollos urbanos. Este apellido reúne talento, sensibilidad y una mirada transversal que trasciende generaciones. De la empresa almeriense, destacan su capacidad para integrar vanguardia y elegancia: “mucha modernidad y mucha distinción son algunas de sus características clave”, sin obviar “la innovación y diseño”.

“En Cosentino nos sentimos como en casa. Siempre nos cuidan muchísimo”, asegura Adriana Arranz Sobrini, hija de Paloma Sobrini, quien fuera directora general de Arquitectura y Conservación del Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid. Adriana ha seguido los pasos de su madre al frente del estudio Galán Sobrini Arquitectos, que lidera junto a Cristina Chaves. Y es que el trabajo de madre e hija combina compromiso con la historia, elegancia en el presente y visión de futuro. Arquitectura con alma patrimonial y cultural que se refleja tanto en cada uno de los entornos planteados.

Algo similar sucede con Teresa Sapey y su hija Francesca, quizás las más atrevidas de este cónclave de la construcción y el diseño. Ellas comparten una mirada emocional del espacio y una actitud sin miedo al color, la provocación y el pensamiento libre. Reafirman con cada proyecto que la arquitectura también puede ser un acto de belleza, irreverencia y pasión, del que dejan constancia en cada visita que realizan al número 116 del Paseo de la Castellana, del que dicen es “un lugar de inspiración a través de los materiales, profesionales, amigos y compañeros”.

Los Rubio-Carvajal, capitaneados por Carlos, en el centro de la fotografía.

Adriana Arranz Sobrini y Paloma Sobrini.

Francesca y Teresa Sapey.

El broche de oro lo ponen los anfitriones de este encuentro: Pilar y Eduardo Cosentino. Porque la arquitectura se transforma, pero hay algo que permanece: el legado. Ellos representan una saga familiar que ha convertido la innovación, el diseño y la materia en un lenguaje compartido por creadores de todo el mundo. Desde Almería, su apellido no solo impulsa la arquitectura, sino que la moldea, la inspira y la proyecta hacia el futuro. Lo saben bien todos y cada uno de los presentes en esta celebración inolvidable —y, en parte, también temeraria—, porque ocho años no se cumplen todos los días. Y, puestos a seguir soñando, hay que hacerlo en grande.

Entrevista CARLOTA LÓPEZ-CHCHERI

Fotografía JUAN CARLOS VEGA

Agradecimientos GRAN HOTEL INGLÉS

Desde que era niña, Eva Longoria supo que el diseño formaría parte de su vida. Con un padre arquitecto y una madre diseñadora de interiores, aprendió a observar el mundo a través de los espacios. Hoy, tras más de tres décadas en Rockwell Group, Eva no solo ha dejado su huella en proyectos icónicos alrededor del mundo —como el JW Marriott Madrid o The Prince Gallery en Tokio—, sino que también ha construido una filosofía creativa basada en la empatía, la narrativa y el trabajo colaborativo. 

Eva, tu relación con el diseño comenzó desde muy pequeña gracias a la influencia de tus padres. ¿Qué recuerdos de esa infancia crees que despertaron tu sensibilidad hacia los espacios?

Mi padre era arquitecto y mi madre, diseñadora de interiores. Desde pequeños, cada vez que viajábamos, siempre estábamos observando la arquitectura, los espacios interiores, el arte y, por supuesto, visitando museos. Los domingos eran sagrados para ir a los museos; era una costumbre que mi padre no perdonaba.

Experimentar los lugares a través del diseño—ya fuera un restaurante con carácter o una vivienda bien pensada—fue algo que marcó profundamente mi manera de entender el mundo.

De niña pensaba que quería ser veterinaria (quizá por eso tengo tanta conexión con mi perro), pero pronto me di cuenta de que no podría enfrentarme al sufrimiento de un animal. A partir de ahí, lo de dedicarme a la arquitectura y al diseño fue casi natural. Nunca me lo cuestioné: simplemente supe que ese era mi camino.

Elegiste estudiar en Parsons, una escuela con una gran reputación. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión y cómo impactó esa etapa en tu forma de entender el diseño?

Mi padre había estudiado y trabajado en Estados Unidos y fue él quien más me animó a seguir ese camino. Fui a visitar Parsons y me enamoré al instante: de la universidad, de la ciudad, y de toda la experiencia de descubrir el diseño a través de la mirada urbana.

«Experimentar los lugares a través del diseño fue algo que marcó profundamente mi manera de entender el mundo»

Además, tenía un amigo muy cercano, David Belle (de Beyer Blinder Belle), que fue clave en ese momento. Él me animó a solicitar unas prácticas en Rockwell Group, y eso marcó un punto de inflexión en mi trayectoria.

Después de tener tu propio estudio durante una década, decidiste volver a Rockwell Group. ¿Qué te impulsó a regresar? ¿Qué cambió en ti durante ese tiempo fuera?

Cuando dejé Nueva York y volví a la realidad de dirigir mi propio estudio, entendí que trabajar en Rockwell Group era una oportunidad para trabajar con clientes y proyectos increíbles. Tener mi propio estudio era fantástico, pero los proyectos eran de una escala diferente. 

Ya son más de 30 años dentro de Rockwell Group. En este recorrido, ¿qué has aprendido de ti misma como profesional y como persona?

Siempre quiero aprender de otras personas y me encanta la idea de estar rodeada de gente más talentosa que una misma y que te reta constantemente. Es muy inspirador ver cómo llegan jóvenes arquitectos y diseñadores al estudio con la misma pasión por el diseño que yo tengo.

«Es muy inspirador ver cómo llegan jóvenes arquitectos y diseñadores al estudio con la misma pasión por el diseño que yo tengo»

Hoy en día, cuando empiezas un nuevo proyecto, ¿qué es lo que más te inspira? ¿Notas que esa fuente de inspiración ha cambiado a lo largo del tiempo?

Lo que me inspira sigue siendo lo mismo de siempre: investigar y escuchar al cliente y a las personas que van a utilizar los espacios que diseñamos. 

¿Cómo definirías tu enfoque personal al diseñar un espacio? ¿Hay algún principio o valor que nunca estás dispuesta a comprometer?

Nunca diseñamos algo por diseñarlo. Cada elemento de un proyecto tiene que estar conectado con la narrativa general, con la historia que estamos tratando de contar y la sensación que queremos que el cliente o la audiencia se lleven. 

Has trabajado en lugares tan distintos como Madrid o Tokio. En proyectos como el JW Marriott Madrid o The Prince Gallery Tokyo, ¿cómo lograste adaptar la esencia de Rockwell Group a contextos culturales tan diversos?

No tenemos un estilo propio ni seguimos tendencias. Nuestro objetivo para cada proyecto es crear una historia tan rica y con tantas capas como una obra de teatro,  y dar forma física a esa historia utilizando todos los recursos y colaboraciones posibles.

«Nuestro objetivo para cada proyecto es crear una historia tan rica y con tantas capas como una obra de teatro»

El contexto es esencial en cada espacio que diseñamos. Siempre empezamos dedicando tiempo al cliente para comprender el trasfondo del proyecto y su intención. Necesitamos analizar cada elemento contextual: el lugar, la historia, la cultura, el cliente y, especialmente, el momento en el que se desarrolla el proyecto.

Mirando hacia atrás, ¿hay algún proyecto que consideres especialmente significativo o transformador para ti?

El hotel JW Marriott en Madrid, inaugurado en 2023, fue un proyecto muy importante para nosotros, que exigió una forma de diseñar profundamente inmersiva. Tiene una narrativa muy potente. Ubicado en la Plaza de Canalejas, en pleno distrito Centro de Madrid, es el primer establecimiento de la marca JW Marriott en España. El proyecto consistió en la rehabilitación de un edificio histórico.

La propuesta para Madrid se concibió como un oasis de calma en contraste con la energía vibrante del centro de la ciudad y su enorme riqueza cultural. Todo el hotel transmite una sensación residencial, desde el vestíbulo hasta las zonas comunes y las habitaciones. Una paleta cálida y neutra marca el tono en todos los espacios, restauramos y pusimos en valor varios elementos originales del edificio histórico.

Estamos en el Gran Hotel Inglés de Madrid, un espacio que diseñaste junto a tu equipo. ¿Qué significa para ti este proyecto en particular? ¿Qué destacas de él?

Fue nuestro primer hotel importante en Madrid y fue increíble porque era el segundo hotel más antiguo de la ciudad, inaugurado en 1886, su estado era de abandono. Así que fue muy gratificante devolverlo a su esplendor. Desarrollamos una relación muy cercana con el cliente, Hidden Away Hotels, y hemos diseñado dos hoteles más para ellos: Posada Terra Santa en Mallorca y Seda Club en Granada.

Liderar un equipo creativo no es tarea fácil, especialmente en un entorno exigente como este. ¿Cómo es tu estilo de liderazgo y qué buscas fomentar en tu equipo?

Intento animar a nuestro equipo a ser curioso y abierto y a buscar inspiración en todas partes. 

Y por último, si miras hacia el futuro… ¿Qué legado te gustaría dejar, tanto dentro de Rockwell Group como en el mundo del diseño en general?

Me gustaría dejar un legado de amabilidad y alegría en el diseño. Me encanta venir a trabajar cada día. La oficina se siente como una gran familia y disfrutamos de lo que hacemos. Creo que eso se refleja en el trabajo que desarrollamos y, a su vez, genera experiencias únicas y llenas de alegría para los demás.

Fotografía ROBERTO MAROTO
Texto JAZZ VILLÁ
Peluquería Jazz Villá Y&Y HAIRSTYLE
Estilismo Jazz Villá TENERIFE MODA & PIAZZA COMUNICACIÓN
Asistente de fotografía NEREA PADILLA
Agradecimientos DOIMO CUCINE – CUOCO SPAZIO

FEARLESS se marcó una penúltima cena diferente, de las que hacen historia. Es verano, hace calor, y este encuentro estuvo muy hot. Hubo dos claros protagonistas: Jazz Vilá y un alimento tan natural como irreverente: los huevos. Sí, los huevos. Así, sin filtros. Una combinación explosiva que se ganó hasta a los más finos del lugar. Críticos de paladar exquisitos, rendidos ante el sabor de lo auténtico. Y lo mejor de todo, como en las grandes series de culto, esto no termina aquí. Porque cuando algo es bueno de verdad, se merece un ‘Continuará’…

Regresar a Madrid, es regresar a casa, regresar a los amigos y regresar a mis 20 cuando todavía no estaba soterrada la M-30. Esta volvió para llevarme al mítico Palacio de la Prensa para disfrutar el último capitulo de ‘Mariliendre’, la serie creada por Javier Ferreiro y producida por los Javis (Sumacontent) para Atresplayer. ¿No la has visto? Pues a qué esperas.

Bueno, a lo que vamos, que siempre que vuelvo hay reencuentros y sorpresas; como los huevos kinder,  porque  en esta ciudad uno nunca se siente solo. Todos somos como yemas acompañados de su clara, y si sabes bien dónde está el aceite y la sartén, terminas con una buena tortilla de gente con clase y no cualquier clase de gente.

Así, batiendo y batiendo llegué a Doimo Cucine-Cuoco Spazio, una kitchen-store al punto, capitaneada por Borja Esteras. A él, le encanta tirar huevos al aire, así que le encantó la idea de reunir a mis amigos de siempre y otros que llegaron para siempre en su espacio, porque decirte quiero que en su espacio tienen hasta lámparas en forma de hue…. Ya sabes.

Jazz Villá con chaleco en tono malva de JOSÉ ACOSTA.

Mariano Peña fue el primero en llegar, llegó antes que yo. Don Mariano, o debería decirle Señor Peña…Mariano sin más cáscara está bien. Este sí que sabe coger la sartén por el mango. Lo conocí el año pasado, justo rodando ‘Mariliendre’, -la series unen- allí coincidimos y fue un conexión total. Esa misma noche lo convencí para que se viniera a Cuba, conmigo y con Melanie Olivares, en una aventura que lleva su propia crónica. En el avión de Madrid a La Habana, una azafata no se separaba de un paño y eso nos inspiró, así nació nuestra versión del paño de la Verónica. Ahora tenemos hasta un sticker alusivo. Desde entonces nos hablamos, hacemos planes para trabajos futuros y sobre todo nos reímos, porque su sentido del humor y su humor inteligente son cosa de gallo sabio que sabe dónde pone la gallina el huevo.

Siguen llegando invitados. Y es que hace unos años tuve una musa-amiga que se fue por el mar, se llamaba Broselianda. Pensé que jamás volvería a toparme con una mezcla tan particular de energía, sentido del humor y clase. Pero soy un chico con suerte, por eso cuando Eli, ‘la Comadre’, me propuso a Blanca Romero para venir al viaje a Cuba le dije que sí, porque sin conocerla mi alma ya intuía la suya. La primera vez que hablamos por teléfono me contó que tenía un recuerdo muy especial de su primer viaje a la isla y me habló con mucho amor de La Habana. Y a mí cuando me hablan con tanto amor de mis raíces me ganan. Así se ganó mi corazón para siempre y esa experiencia nos unió, porque ella tiene los huevos al punto: dice lo que siente, hace lo que le apetece y como un buen romero te condimenta la vida con belleza y buen gusto.

Sobre estas líneas, Jazz Villá luce una americana en color rosa de NÉSTOR RODRÍGUEZ.

Estaba yo al borde de los nervios, sin protagonista para mi primer largometraje como director, cuando Gabriel Blanco, amigo y manager me propuso a Mike Fajardo. Tres días antes de comenzar, y con dos huevos, el madrileño coge un avión a Miami y como si nos conociéramos de toda la vida se pone al lío. Era su primer protagonista en cine y tenía mucha ilusión. Eso es algo característico de él y una de las cosas que más admiro, siempre tiene ilusión. Cuando estrenamos la película en Cuba, allí se plantó y conquistó a media Habana, porque el niño no es cáscara de huevo. Así que lo ame, lo amo, lo amaré y si les cuento todo esto, es porque sigo a Mike.

Aunque no parezca, estos dos personajes son cubanos de nacimiento, de plátanos tostones y un buen mojito. A mi izquierda está el de los ojos azules, el Peter Pan (Pride en su apellido real) pero yo le digo así porque es como el niño de ‘Nunca Jamás’, siempre una fantasía. Nos presentó nuestra amiga en común Ana de Armas hace ya algunos años, no diré cuántos para no romper la magia, pero ella sabía que si alguien podía abrir las puertas de Madrid era él, porque conoce todas las llaves y el candado de la noche. Desde entonces somos como Tommy Lee y Will Smith en ‘Men in Black’, un equipo de película, porque esta ciudad no es lo mismo sin él.

A mi derecha Marcos Trueba, arquitecto y sibarita, siempre rodeado de lo mejor por eso teníamos buenos amigos en común y nuestros nombres resonaban pero no se daba el encuentro. Hasta que se rompió el huevo y planificamos una cena en su bello apartamento madrileño. El encuentro se dio, nos divertimos, hicimos historias de vida y ahora nos actualizamos de vez en cuando porque a los dos nos gusta una buena vajilla Limoges. Él es de los que aportan al buen gusto de la vida, porque hay que rodearse de gente así, como Marcos, que construya.

Entre uno y otro se me ha pasado el tiempo y se me han puesto los huevos duros. Por ahora no tengo tiempo para más pero quién sabe si la gallina pone más, porque FEARLESS todo lo puede y yo siempre volveré a Madrid, tengo nueva serie por estrenar y otros secretos que contar.

¡Besos de merengue y caña!

En pleno Barrio de Salamanca de Madrid, concretamente en la zona de Goya, la arquitecta Ana Monteagudo, fundadora del estudio ALEM Arquitectura, ha llevado a cabo la reforma integral de una vivienda ubicada en un edificio de 1943. La intervención parte del respeto por la estética noble y tradicional del inmueble original, elementos que se han reinterpretado en el nuevo diseño para preservar la esencia de una vivienda que se había deteriorado considerablemente con el paso del tiempo.

Con una superficie de 110 m2, orientación sur y dos balcones que se abren a la fachada principal desde la quinta planta, la casa ha experimentado una redistribución completa de los espacios. La eliminación de tabiques ha dado lugar a ambientes más abiertos, funcionales y adaptados a las necesidades de los futuros usuarios. La luz natural, protagonista importante del proyecto, se ha potenciado para inundar cada rincón de la vivienda, generando ambientes luminosos, acogedores y que dialogan en sintonía con los materiales nobles presentes, como la madera y la piedra natural.

La arquitectura de interiores se ha basado en respetar valores clásicos, como, por ejemplo, las molduras, las simetrías, las proporciones equilibradas o los desniveles y fosos en techos, contribuyendo a un resultado elegante, sofisticado y acogedor. La decoración, llevada a cabo en colaboración con la empresa Theunissen Home Staging, refleja un sutil equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo, haciendo especial hincapié en la calidez. 

La vivienda cuenta con cocina, salón-comedor-despacho, amplio pasillo, tres dormitorios (uno en suite), dos baños y tres terrazas: dos simétricas orientadas a la fachada principal y una tercera hacia el patio de manzana.

Una zona de día polivalente, abierta y luminosa

Tres salas originales han dejado paso a un gran espacio de día destinado a salón, comedor y despacho, un brillante conjunto donde dos terrazas y amplios ventanales, dispuestos de forma simétrica, enmarcan un diseño con mucho estilo. La ocultación de pilares deja la única presencia de un imponente muro central, hecho a medida, que, acompañado de dos huecos de paso, sirve para separar el pasillo-distribuidor por un lado y el salón-comedor por el otro. Su magnitud permite albergar la zona de televisión y contar con gran capacidad de almacenamiento, gracias a unas elegantes estanterías revestidas de madera y huecos internos donde esconder los radiadores y el sistema de aire acondicionado. Esta pieza arquitectónica se convierte en toda una obra maestra que, en sus costados, cuenta con un noble y sofisticado granito de infinitos matices en grises cálidos.

Los colores neutros del pavimento laminado, los textiles naturales y la decoración se mezclan con detalles en negro para generar contraste y definir estratégicamente los espacios sin sobrecargarlos. El mobiliario utilizado, de líneas limpias y modernas, combina formas rectas y curvas suaves. Los sofás y butacas, en tonos claros, proporcionan comodidad y conservan la coherencia visual de todo el conjunto. 

La iluminación se presenta de diferentes maneras, desde focos empotrados, luz integrada en techos con diferentes niveles, una lámpara colgante para la zona de comedor y focos dirigibles en el despacho. Esta versatilidad da cuenta de la intención de crear ambientes funcionales y acogedores, adaptando la luz a las distintas actividades y necesidades diarias. Además, se convierte en una herramienta extraordinaria para resaltar detalles arquitectónicos y dotar de dinamismo al ambiente.

Una cocina con protagonismo renovado

La cocina cobra una nueva vida con esta reforma, al pasar de ser el espacio más apartado de la casa a convertirse en un área protagonista del hogar. Desde el salón-comedor, atravesando el pasillo, unas puertas correderas de hierro y cristal desvelan una cautivadora cocina, que puede permanecer abierta o cerrada. Una ventana al patio interior en el fondo, junto a la luz natural que llega desde el salón, inunda el espacio de claridad. 

El diseño deja el centro despejado, permitiendo una circulación fluida y distribuyendo la zona de trabajo a ambos lados. Los muebles, de suelo a techo en madera gris oscuro, se combinan con revestimientos en roble natural y encimeras de mármol negro, logrando ese equilibrio entre sobriedad y calidez que define todo el proyecto. Las zonas de trabajo quedan destacadas gracias a un sistema de iluminación lineal integrado en el propio mueble.

Como en el resto de las zonas húmedas de la casa, el suelo está revestido con un porcelánico en tono crema, garantizando durabilidad y estética.

Dormitorios serenos y con estilo compartido

El dormitorio principal en suite es fruto de la fusión de varios espacios originales de la casa. Ubicado al fondo de la vivienda, destaca por su amplitud, luminosidad y sensación de paz. Se ha concebido como un refugio para el descanso, donde la comodidad y la funcionalidad deben primar por encima de todo. Un gran armario de madera lacada en blanco, con uñero integrado y disposición de suelo a techo, ofrece gran capacidad de almacenaje. Se combina a la perfección con la tarima laminada en acabado roble.

Un práctico radiador vertical, situado entre los dos cuerpos del armario, garantiza la climatización adecuada sin desentonar estéticamente. En el techo, se han creado fosas lineales que albergan iluminación ambiental indirecta. El cabecero textil, en tono neutro, se integra con el resto de los textiles naturales del dormitorio. Una paleta de colores que baile entre el blanco, beige, piedra, gris y mostaza crea una atmósfera serena, en la que destaca sutilmente una butaca oscura y una lámpara de lectura en color negro.

Siguiendo esta misma estética, los otros dos dormitorios, uno doble y otro individual, se han diseñado con firmes criterios de confort y estilo. En ellos cobran mayor protagonismo los tonos mostaza y los grises más intensos. El dormitorio individual cuenta asimismo con una puerta de acceso directo a la terraza interior, sumando luz y ventilación natural.

Baños renovados, baños para todos

Antes de la reforma, la vivienda contaba con un único baño. Ahora, se incorporan dos cuartos completos, ambos de generoso tamaño y funcionalidad. Tanto el baño en suite como el que da servicio al resto de la casa siguen un mismo lenguaje visual: pavimento porcelánico en tono crema, muebles suspendidos de gran capacidad con lavabos dobles de porcelana, azulejos blancos con relieve en las paredes, espejos XL, amplios platos de ducha con mamparas de cristal de suelo a techo, y grifería junto con herrajes en elegante acabado negro mate.

El resultado no solo ofrece una imagen cuidada y actual, sino que facilita el mantenimiento diario, reflejando una plena sensación de limpieza, espaciosidad y bienestar. Espacios pensados para comenzar y terminar el día con calma visual y sensorial.

Dos terrazas simétricas de diseño

A ambos lados de la zona de día, con acceso directo al comedor por un lado y al despacho por el otro, se encuentran dos coquetas terrazas reformadas para aportar estilo y versatilidad al hogar.

El pavimento porcelánico, en continuidad con el que se ubica en ciertas zonas del interior, unifica estéticamente estos ambientes. Las nuevas barandillas, elegantes y discretas, se ajustan a la normativa de seguridad vigente sin sacrificar el estilo. El mobiliario, compuesto por butacas negras de diseño y vegetación cuidadosamente dispuesta, añade frescura sin sobrecargar. El resultado, armonioso y atemporal, sigue respetando ese equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo para disfrutar del exterior en sintonía con el interior. 

Hay restaurantes que alimentan el cuerpo y otros que alimentan la escena. TATEL Madrid, en plena Castellana, hace ambas cosas. No es solo un restaurante, es una escenografía: luces tenues, elegancia retro, acento internacional y un toque flamenco que irrumpe —literalmente— entre mesas y copas. La música en directo —rumba castiza, nada de lounge anodino— convierte la sobremesa en una especie de tablao emocional donde el protagonismo se reparte entre las ostras, el aguacate a la brasa con gamba roja (sí, el aguacate se ha hecho adulto), y el público que lo llena.
Hay ostras naturales y otras con vestido. Hay rapes como epílogos. Hay cócteles que parecen pensados para quienes coleccionan cenas como quien colecciona portadas. Porque TATEL no es solo gastronomía, que roza la alta cocina sin ponerse pedante, sino coreografía, lugar de paso obligatorio, y excusa perfecta para quedarse un rato más. Un rato largo.

Ubicado en el número 36 de la mencionada arteria de la capital, TATEL Madrid trasciende la categoría de restaurante para convertirse en una auténtica experiencia sensorial. Su propuesta es una fusión vibrante entre la gastronomía española contemporánea, el ambiente sofisticado y una programación artística en vivo que lo posiciona como un emblema del estilo de vida madrileño e internacional. Aquí, todo está pensado para el deleite.

Cocina con raíces, mirada actual

La cocina de TATEL se construye sobre las bases del recetario tradicional español, pero se expresa con una mirada actual, fresca, innovadora. Cada plato se elabora con productos de temporada cuidadosamente seleccionados, y el resultado es una carta que abraza lo local sin renunciar a una proyección global. Desde clásicos como la tortilla trufada o la milanesa TATEL, hasta pescados frescos, arroces con carácter o carnes tratadas con mimo, la propuesta se completa con una coctelería de autor pensada para acompañar cada momento, y una bodega con referencias nacionales e internacionales elegidas con precisión.

Escenario clandestino con alma cosmopolita

El espacio en sí es parte del viaje. Su estética, inspirada en los clubes clandestinos de los años 20 durante la Ley Seca, ofrece una elegancia atemporal con guiños al Art Déco: materiales nobles, luces tenues y una distribución que invita tanto al recogimiento como a la celebración. Todo está dispuesto para que una cena íntima pueda transformarse, en cuestión de minutos, en una velada animada y sorprendente. No es casualidad que este escenario haya sido elegido para rodajes de series como La casa de papel o La Fortuna. Su energía es cinematográfica.

Al mando de los fogones

Al frente de la cocina se encuentra el chef Juan Antonio Medina, figura clave de la alta cocina española, formado en templos como Zalacaín, Arzak y elBulli, y reconocido con una Estrella Michelin por su trabajo en A’Barra. Desde Madrid, lidera el equipo culinario global de TATEL, llevando su visión de la gastronomía mediterránea reinterpretada a cada una de las sedes del grupo. Bajo su dirección, el sabor, la técnica y la calidad del producto conviven en equilibrio perfecto.

Los esenciales de TATEL

Entre los platos que han conquistado a locales e internacionales, la Milanesa TATEL destaca como un icono de la casa. Fina, crujiente, coronada con huevo poché y trufa, es una combinación que eleva lo clásico a lo memorable. La tortilla trufada, por su parte, reinterpreta con personalidad un símbolo de la cocina española, mientras que el arroz con costilla de vacuno cocinado a baja temperatura representa ese mestizaje entre tradición y vanguardia que define la carta. Para cerrar, la ya célebre tarta de queso TATEL, con interior sedoso, base de galleta y helado de miel, se ha convertido en un imprescindible que desafía a los paladares más exigentes.

La música como hilo conductor

La música en vivo es otro de los pilares que convierte a TATEL en un lugar singular. Cada día del año, el restaurante vibra con una programación pensada para animar el ambiente sin robar protagonismo a la conversación ni al plato. Desde vocalistas que llenan el espacio con emoción, hasta DJs que hacen del afterwork un ritual, o percusionistas que marcan el pulso de la noche con el espectáculo Rumba Live Show, todo suma para crear una experiencia multisensorial. Comer aquí es, también, escuchar, sentir, bailar con los sentidos.

Coctelería y bodega a la altura

La coctelería, inspirada en la esencia de las antiguas barras clandestinas, ofrece desde reinterpretaciones de clásicos hasta creaciones propias que rinden homenaje a la sofisticación líquida. Cada trago se acompaña de destilados premium y mezclas elegidas con la misma atención al detalle que define la cocina. A esto se suma una bodega excepcional, comisariada por un equipo de sumilleres que ha reunido etiquetas españolas e internacionales con personalidad y carácter. El vino, como no podía ser de otro modo, marida aquí no solo con los platos, sino con el momento, con la música, con la compañía.

TATEL Madrid es el buque insignia de un grupo que ha llevado esta fórmula de éxito a destinos tan exclusivos como Ibiza, Dubai, Riyadh o Valencia, con nuevas aperturas en camino. Más que una marca, TATEL representa una manera de entender la gastronomía como una celebración de la vida, una experiencia donde cada elemento —la cocina, el entorno, la música y el servicio— se conjugan para crear algo que no se olvida. Porque TATEL se visita, se vive y se recuerda.

Con una bodega de cerca de 3.000 referencias y más de 100 vinos por copa, Berria consolida su propuesta enológica a los pies de la Puerta de Alcalá con una experiencia abierta a todos.

Berria está de aniversario. El templo del vino situado frente a la icónica Puerta de Alcalá cumple cuatro años de vida y lo hace consolidado como uno de los grandes referentes enológicos de la capital. Su propuesta, centrada en una impresionante bodega con cerca de 3.000 referencias y 100 vinos por copas, ofrece a los amantes del vino una experiencia sin precedentes en Madrid. En su interior se custodian cosechas míticas y verdaderos tesoros enológicos que rara vez se encuentran en el circuito convencional.

Un espacio, dos formas de disfrutar

El universo de Berria se vive en dos escenarios complementarios. Por un lado, su interior ofrece un ambiente cálido, elegante y sereno, ideal para quienes buscan una degustación reposada y detallista. Por otro, su amplia terraza, completamente acondicionada para cualquier época del año, permite al comensal disfrutar del vino al aire libre, con la Puerta de Alcalá como espectacular telón de fondo. Ambos espacios comparten una misma filosofía: hacer del vino una experiencia cercana, placentera y memorable.

Sumilleres que acompañan, no intimidan

En Berria, el vino no está reservado solo para expertos. Quien se acerca por curiosidad o deseo de aprender encontrará en su equipo de sumilleres una guía generosa y cercana. Profesionales con una sólida trayectoria en destacados restaurantes nacionales e internacionales acompañan cada elección y adaptan cada copa al perfil y preferencias del comensal.

Entre ellos destaca Mario Ayllón, Wine Director de Berria, recientemente clasificado en el puesto 40 de la lista de los ‘Top 100 Sommeliers de España’ elaborada por la revista Sommelier Edit. El conocimiento se transmite sin tecnicismos innecesarios, y el placer se pone por encima de cualquier formalismo. Quien desea explorar se encuentra con un universo rico y accesible, y quien prefiere lo conocido lo encuentra sin sentirse juzgado. En Berria, el vino se bebe con libertad, sin protocolos ni etiquetas que eclipsen lo esencial.

Una cocina con alma mediterránea

La experiencia en Berria no se entiende sin su propuesta gastronómica. La cocina responde con una carta de inspiración mediterránea centrada en el producto, con platos pensados para acompañar la experiencia del vino sin restarle protagonismo. El menú se construye sobre sabores reconocibles, pensados para compartir, con carnes y pescados de primera categoría y una selección de postres clásicos que cierran el recorrido con coherencia y sabor.

A Puerta Abierta: una experiencia para todos

En coherencia con su misión de acercar el mundo del vino a todos los públicos, Berria lanza una nueva propuesta bajo el nombre de “A Puerta Abierta”. Esta iniciativa busca eliminar cualquier barrera de acceso al universo enológico y abrir sus puertas a todo aquel que quiera aprender, descubrir y disfrutar. Disponible exclusivamente en su terraza, con vistas privilegiadas al Retiro y la Puerta de Alcalá, esta propuesta incluye recorridos temáticos en torno al vino que irán rotando mensualmente, combinados con fórmulas gastronómicas pensadas para acompañar y enriquecer la experiencia.

Se trata de una invitación a dejarse sorprender, a disfrutar del vino copa a copa, sin necesidad de ceñirse a una botella, y a vivir una experiencia desprejuiciada en la que lo verdaderamente importante es el placer de catar, compartir y celebrar. Berria rompe así con la solemnidad y reivindica un espacio donde el vino se entiende como cultura, como disfrute y como una experiencia abierta a todos.

Con la llegada del calor y ese impulso tan madrileño por encontrar terrazas, paseos y planes con sabor, la ciudad ofrece un refugio gastronómico imprescindible este verano: Kabuki Madrid. Ubicado en el número 38 de la calle Lagasca, este espacio reconocido con un Sol Repsol 2025 y presente en la Guía Michelin invita a vivir una experiencia culinaria donde el chef Alejandro Durán despliega una propuesta de alto nivel, sin artificios, donde hablan el producto, la técnica y la autenticidad.

Kabuki Madrid es el restaurante perfecto para quienes buscan disfrutar del verano madrileño desde la elegancia, el sabor y la precisión. Su propuesta se caracteriza por el uso de materias primas de altura para mantener los sabores y la autenticidad de los pescados, así como el uso de las técnicas más puras para trabajarlos, en especial los cortes, su precisión y el respeto a la estructura orgánica de los alimentos. La carta presume sin disimulo de un pescado excepcional. Imprescindibles son su tataki de lubina con mostaza japonesa, cebolleta, wakame y piñones, el nigiri de cigala con grasa de jamón ‘Joselito’ y salsa nikiri y la degustación de atún, selección de sus tres diferentes cortes.

Hay platos tradicionales y minimalistas japoneses. Desde el Daikon Nishine, rábano cocido sin agua, o Age dashi tofu, hasta otros más elaborados como la castañeta de wagyu cocida a baja temperatura durante 72 horas con parmentier, miso y teriyaki. La influencia mexicana del chef se nota en platos como el futomaki de cochinita pibil, senbei de tartar de toro con salsa pastor, nigiri de calamar con salsa chipotle, roll de papada de cerdo con salsa de chiles Tatemados o un aguachile de cenizas y pulpo con aguacate sunomono.

El chef Alejandro Durán demuestra una ejecución impecable del estilo robatayaki, una de las técnicas gastronómicas más aclamadas, resumida en fuego en parrilla de carbón. Su sakana kume niniku, pescado blanco con salsa cítrica, o el wagyu japonés de la región de Miyazaki, de grado A5, el más preciado, son sencillamente extraodinarios. El homenaje a la cocina popular madrileña está presente con los yakitoris de callos de wagyu, de oreja de cerdo o de mollejas de cordero, el bocata de calamares, de corte fino con emulsion de ajo negro y migas de pan y el tartar de atún y huevos rotos.

En la parte dulce, tienes que probar los clásicos mochis Kabuki, realizados de forma artesanal, su sopa de mango y jengibre con fruta fresca, helado de coco y dacquoise de coco o el brioche hojaldrado con chocolate guanajo 70%, azúcarillos de té matcha y un sorbete de coco y yuzu.

La barra más sensacional de Madrid

Los amantes de la comida en barra están de enhorabuena. Kabuki Madrid cuenta con seis asientos, el número perfecto para ofrecer una atención altamente personalizada, ver la delicadeza y precisión con las que el equipo de sushimen transforma cada bocado en una experiencia.

La veneración al arroz de sushi, shari en japonés, es emblemático en Kabuki Madrid, donde se trabaja con la receta y proceso de elaboración del chef del mítico restaurante Tokyo Taro, Masao Kikuchi. La característica más reseñable es que el shari es más sabroso que el elaborado por la mayoría de cocineros nipones y se adapta mejor al gusto occidental. No obstante, en Japón hay ejemplos notables de esta línea de elaboración, siendo el más destacado el del famoso chef Sukiyabashi Jiro en Tokio.

Podemos apreciar una visión del recetario nipón armonizado con destellos de I+D+i, logrando el equilibrio perfecto entre el color, la textura y el umami. En su amplia propuesta de sushi y sashimi no pueden faltar grandes clásicos de la Cocina Kabuki como el nigiri de huevo frito de codorniz con paté de trufa blanca, el usuzukuri de pa amb tomaquet, el de mojo verde canario y papa o una nueva incorporación, el nigiri de vaca marinada en toki, salsa macha y unas gotas del preciado whisky japonés Hibiki.

Kabuki Bar, el nuevo place to be de la capital

Una de las novedades con las que abre Kabuki Madrid es con su espectacular coctelería, Kabuki Bar, un exquisito templo de coctelería y carta corta para disfrutar de los mejores nigiris y makis clásicos así como de una selección de tapas japonesas de estilo Kabuki, en horario ininterrumpido desde las 13:00h hasta la 01:00h de la madrugada de martes a jueves, y se amplía hasta las 02:00h los viernes y sábados.

A su oferta de coctelería clásica se unen el sake, el umeshu, los whisky japoneses, el té matcha, el jengibre, el yuzu y otros ingredientes. Los productos nipones protagonizan las creaciones más novedosas. Kabuki Bar es el nuevo place to be de la capital madrileña. Un emplazamiento desenfadado, glamouroso y con mucha vida para los que sólo quieren picotear, tomar una copa durante su shopping por la zona o un afterwork con alma Kabuki.