Es uno de los artistas figurativos más codiciados internacionalmente. Su nueva exposición en el Museo Lázaro Galdiano trazará paralelismos entre sus lienzos de gran formato y las obras de grandes maestros de la colección del museo, como Francisco de Goya. Se trata también de un alegato a favor de la pintura, que podrá visitarse desde finales de septiembre hasta finales de noviembre en la casa-palacio que alberga el museo, en diálogo con las piezas de su colección permanente.
Una figuración no convencional
“La mía es una figuración no convencional. Quiero que parezca nueva, generar una atmósfera”, afirma Navarro, decidido a devolver a la pintura su papel protagonista en el arte. Su estilo, más próximo a la figuración del centro y norte de Europa que a la de España, bebe de influencias como Michaël Borremans o Neo Rauch, fusionando lo onírico con lo cotidiano.
Sus obras han viajado por Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Suiza, Japón o China, y se han exhibido en instituciones como el Museo de la Ciudad de Querétaro o el Quan Shanshi Art Centre en China. Sin embargo, esta muestra marca un hito: es su primera exposición institucional en España, inaugurándose el 25 de septiembre.
Ecos del Siglo de Oro y de Berlanga
En lo que respecta a la técnica, sin embargo, Navarro mira hacia su tierra y se acerca a los grandes maestros de la pintura del Siglo de Oro español. En una ocasión afirmó que, si tuviera una máquina del tiempo, la utilizaría para ir a ver a Velázquez pintar. Se inspira en estos artistas, sobre todo, en su paleta cromática reducida y en los fondos de sus composiciones, a las que añade después elementos desconcertantes inspirados en el cine y en su director fetiche, Luis Berlanga.
“Me gusta ese sentido de la ironía suyo, con sus películas nunca sabes si viene o va”, apunta Navarro. Con todo ello, genera piezas oníricas con atmósferas en las que la belleza convive con el sentido del humor y con cierto aire de melancolía.
El discípulo contemporáneo de Goya
Si hay un maestro español con el que la obra de Navarro tiene conexiones no solo temáticas y formales, sino también sentimentales, ese es Francisco de Goya. Navarro se acercó por primera vez a su figura siendo niño, cuando pudo observar de cerca cómo su madre (restauradora en el Museo del Prado) intervenía obras del pintor aragonés. Fue allí, también, donde se forjó el deseo de ser pintor.
Es precisamente Goya quien ejerce de nexo entre las piezas del Museo Lázaro Galdiano y la obra de Íñigo Navarro. La muestra Ayer pisó tu sombra un tigre contará con el grabado de Goya Modo de volar, que pertenece a la colección del propio museo. En él se retrata a un hombre equipado con un extraño artefacto alado que, pese a su precariedad, parece funcionar. Ese deseo de realizar algo imposible funciona como el hilo conductor de una muestra que se propone una finalidad igualmente complicada: devolver a la pintura figurativa su relevancia institucional.
En una época en la que, además, este tipo de obras suelen enfocarse hacia otros lenguajes como lo pop, la animación, el arte urbano o lo relacionado con el mundo digital y la estética del videojuego, Navarro opta por una figuración más realista, más clásica quizá, sin renunciar por ello a esos elementos sorprendentes que rompen los esquemas del espectador.
Escenas que rompen las reglas
Carreras de galgos gigantes, vuelos sin motor sobre aguas cristalinas, disputas por balones rojos o figuras enmascaradas: la exposición ofrece un viaje a una figuración realista que se atreve con lo inesperado. Entre las piezas destaca una escultura en madera policromada y bronce de una joven a punto de levitar, vestida por el diseñador Marcos Luengo en colaboración con el propio pintor. La tradición y la innovación, el arte y el tiempo, todo en una experiencia que promete ser inolvidable gracias a Íñigo Navarro.